Ingenieros agrónomos con talento digital: La llave de la transformación del campo

La demanda de este perfil profesional es ya superior al número de titulados que salen cada año de la Universidad.

El pasado mes de julio, la multinacional agrícola Syngenta lanzó una campaña de reclutamiento de perfiles profesionales tecnológicos y creativos que quieran dedicar sus habilidades al desarrollo de la agricultura digital.

Se trata de una de las muchas ofertas de empleo que las empresas del sector agroalimentario están demandando y que son muy difíciles de cubrir. Así, se buscan profesionales capaces de cumplir con los retos futuros que plantea la producción de alimentos en toda su cadena de valor y que requerirán del uso de tecnologías como teledetección, sensores, drones, big data, Internet de las Cosas, visión artificial, robots, Inteligencia Artificial, gemelos digitales, blockchain o ciberseguridad.

La ‘caza’ de estos perfiles profesionales llega incluso cuando están en periodo de formación, incorporándose al mercado laboral incluso antes de finalizar sus estudios. Se trata de una profesión que roza el pleno empleo pero que todavía resulta muy desconocida entre los jóvenes, que siguen viendo el campo como un sector tradicional, ajeno a las altas dosis de innovación, de modernidad y de vanguardia tecnológica que pueden encontrar en esta profesión.

«El campo no encuentra a suficientes ingenieros para llevar a cabo la necesaria transformación digital que precisa el sector agroalimentario, pues la demanda de ingenieros agrónomos es superior a los titulados que cada año finalizan sus estudios». Y todavía es más complicado «encontrar un perfil que aporte una especialización en agricultura digital», señala Manuel Pérez Ruiz, Profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica (Etsiam) de la Universidad de Sevilla y director del Máster en Agricultura Digital e Innovación Agroalimentaria.

De cara al nuevo curso académico que arrancará en septiembre, en la Etsiam se ofertan 170 plazas en el Grado en Ingeniería Agrícola, además de 20 plazas en el Doble Grado de Ingeniería Agrícola con Ciencias Ambientales que se realiza con la Universidad Pablo de Olavide, y 30 plazas más del Máster en Ingeniería Agronómica. «Cada año se cubren unas 150 plazas, culminando la titulación el 70% aproximadamente», señala Manuel Pérez.

Respecto al Máster propio en Agricultura Digital e Innovación Agroalimentaria de la Universidad de Sevilla, que en octubre comenzará su quinta edición, «cada año lo cursan unos 25 alumnos, y prácticamente todos lo finalizan». «Tanto durante el Máster como para los alumnos que ya lo han finalizado, hay empresas que nos solicitan alumnos en prácticas que luego son contratados, aunque no hayan terminado la formación», apunta el director del Máster.

El perfil más demandado es el de ingeniero agrónomo con formación en agricultura digital y «el 95% de los alumnos cumple con esto, aunque en el Máster se matriculan alumnos de otras titulaciones afines, que también son muy demandados en otras partes de la cadena de la industria agroalimentaria, como biólogos, titulados de otras ingenierías o incluso informáticos». Son alumnos con otra titulación «que tienen en común un gran conocimiento agrícola debido sobre todo a vivir en un entorno agrónomo y/o tener explotaciones agrícolas en las que poder ejercer y llevar a cabo esta nueva forma de hacer agricultura mucho más sostenible», apunta el profesor.

Universidad de Córdoba

En la formación de ingenieros agrónomos, la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y de Montes (Etsiam) de la Universidad de Córdoba también es un referente. La Escuela impulsó hace seis años la creación de un Máster en Transformación Digital del Sector Agroalimentario y Forestal (DigitalAgri) con 35 plazas, surgido «de la alianza entre la Administración, la Universidad, la empresa y el sector, con el objetivo de impulsar y acompañar al sector agroalimentario en este proceso de transformación digital», explica la directora de la Etsiam, Rosa Gallardo.

«La transformación digital del sector agroalimentario no es una opción, es una necesidad para responder a los grandes retos que debe abordar hoy en día, y que la situación geopolítica que atravesamos no ha hecho sino agudizar. La digitalización es el instrumento para avanzar simultáneamente en la mayor rentabilidad, productividad y sostenibilidad. Y para ello son necesarios profesionales con expertise de dominio, que conozcan el funcionamiento del sector agroalimentario, pero que además tengan competencias digitales suficientes».

«Este profesional es el que estamos formado en nuestra Escuela y es el que las empresas agrarias y agroalimentarias están demandando». «La demanda es muy alta, y es superior al número de ingenieros agrónomos que actualmente estamos formando», subraya Gallardo.

«Recibimos muchas ofertas de empleo, más de las que podemos atender». «Se buscan perfiles diversos: producción, proyectos, industria agroalimentaria, biotecnología, Inteligencia Artificial, nuevos alimentos, comercio internacional, dirección de empresas, logística, energías renovables… Pero las competencias digitales son comunes a todos ellos», explica la directora de la Etsiam.

Desde el ámbito universitario se asegura que se está respondiendo a esta demanda y se está adaptando la formación de los ingenieros agrónomos: «Las competencias digitales están permeando nuestros títulos. La formación del ingeniero agrónomo va evolucionando para adaptarse a las demandas de un sector que requiere profesionales con competencias cada vez más amplias y diversas. Y frente al reto actual de la transformación digital del campo, los ingenieros agrónomos con competencias digitales son absolutamente imprescindibles», asegura Rosa Gallardo.

Falta de interés

Pese a que la profesión es muy demandada, ¿A qué se debe esa falta de interés en trabajar en el campo?
Manuel Pérez lo tiene claro: «Al desconocimiento de las salidas profesionales y de la propia titulación». «Hay que promulgar que las salidas profesionales son muy amplias, no solo teniendo aplicación en la parte agronómica, sino en las siguientes fases de la cadena alimentaria, pues hay muchos puestos de trabajo para ingenieros agrónomos en las industrias».

En el mismo sentido se pronuncia Rosa Gallardo, que señala que «es urgente hacer llegar a los jóvenes lo versátil, innovadora y apasionante que puede llegar a ser la ingeniería agronómica. Hay un gran desconocimiento de una profesión absolutamente esencial, estratégica e innovadora».

A este respecto apunta que «la ingeniería agronómica tiene sin duda futuro porque el futuro de la alimentación del mundo está en nuestras manos, y eso es algo que ha sido estratégico siempre, y más aún en el momento actual». «Estas circunstancias encierran argumentos de motivación suficiente para que los jóvenes miren hacia esta profesión como una opción prioritaria de desarrollo profesional».

Manuel Pérez insiste en que la mejor manera de motivar a los jóvenes está «en el uso de nuevas tecnologías aplicables al sector agroalimentario, que resultan muy atractivas para ellos. Es algo que cada vez tienen más cercano en su día a día pero no son conscientes de que pueden aplicarse al desarrollo de muchas actividades profesionales».

En las distintas asignaturas se introducen cada vez más nuevas tecnologías y herramientas «que distan mucho de la idea tradicional que todavía se tiene del agricultor. A la maquinaria tradicional se une el uso de robots, drones, sensores, sistemas de comunicación y toma de datos que permiten analizar las necesidades del cultivo en tiempo real para ayudar a la toma de decisiones, lo que conduce a la mejora en la eficiencia además de al incremento del control y de la calidad de lo que se produce», concluye el docente de la Universidad de Sevilla.

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