Modelos exitosos de producción y comercialización orgánica
En manzanas y arándanos , el asesor Miguel Elissalt y la familia Bawlitza respectivamente, han logrado obtener producciones a escala industrial y desarrollar modelos de comercialización atractivos, aun cuando cada uno tiene una visión diferente de este tipo de agricultura.
La producción y consumo de alimentos orgánicos muestra una tendencia al alza a nivel internacional, de la mano de la creciente preocupación por consumir alimentos más sanos y libres de productos químicos.
En Estados Unidos, uno de los principales consumidores de estos productos, se estima que seguirán expandiéndose a tasas de dos dígitos en los próximos años en términos de ventas, las que ya representan en torno al 4% del total en los alimentos de ese país, de acuerdo con un informe del USDA.
También en Europa ganan terreno. Un reporte de Technavio proyecta que, en términos de utilidades, los orgánicos tendrán un crecimiento de 7% entre 2016 y 2020, donde el área de frutas y verduras tendrá un cuarto de la participación de mercado.
Y Chile no se queda atrás. Los cambios también se notan en el campo. La superficie agrícola certificada como organiza en el país creció 10% solo entre 2014 y el 2015, cuando paso de 17.871 hectáreas a casi 20 mil, según los datos de Odepa. Y, si se consideran las tierras destinadas a la recolección silvestre, el total nacional supero por primera vez las cien mil hectáreas.
Frente a esas proyecciones de crecimiento global, son muchos los agricultores que miran al manejo orgánico como una alternativa para dar más rentabilidad a sus proyectos, aunque otros también lo hacen pensando en desarrollar una labor mas sustentable con el medio ambiente.
Sin embargo, no es una tarea fácil, ya que el cambio del sistema convencional al orgánico requiere tiempo – a lo menos tres a cinco años, reconocen quienes lo han conseguido -, conocimientos agronómicos más profundos y asesoría especializada. Algo que han sorteado con éxito estas empresas, que representan dos modelos y dos orientaciones comerciales distintas: las ferias especializadas y la exportación.
EL PROYECTO PERSONAL DEL ASESOR MIGUEL ELISSALT
Al hablar de agricultura organica, Miguel Elissalt es algo así como un rockstar. Un referente para los demás productores.
Comenzó a trabajar como asesor en el manejo orgánico de frutales en 1998, con el grupo Greenvic y la viña Emiliana, donde se mantuvo como gerente agrícola hasta hace un par de años y hoy sigue como consultor externo. Junto a su mujer fundó la Ecoferia de La Reina, uno de los primeros puntos de comercialización de productos orgánicos con ese concepto en Santiago, que lidera hasta hoy, y tiene el único vivero de manzanos certificado en el país, en su campo cercano al rio Achibueno, en la Región del Maule.
Allí también trabaja un huerto con 30 hectáreas de manzanos en plena producción, a los que sumará otras 25 hectáreas, y desarrolla un proyecto de conservación de bosque nativo en la cordillera de más de dos mil hectáreas, al que define como una retribución a la naturaleza, a la que dice que siempre ha querido. De hecho, financió sus estudios universitarios como guía de montaña.
Es una mañana fresca de mediados de diciembre y sus manzanos están tapados de pastos verdes y hierbas de colores, de malezas, pero los árboles se ven cargados de fruta. El modelo con el que trabaja se acerca más a la agroecología que a la sustitución de agroquímicos por alternativas naturales que caracteriza a las producciones orgánicas, por lo que busca que convivan las plantas, animales e insectos, y elabora la mayor parte de sus insumos.
“Algunas personas andan desesperadas buscando herbicidas orgánicos, y eso es no entender la lógica. Yo no quiero matar las plantas. Quiero lograr que interactúen con el ecosistema de manera que no me produzca daño, pero lograr eso requiere de mucho estudio y observación”, dice, y añade que para eso es necesario que los agricultores estén empapados de lo que ocurre en el campo y planificar a mediano plazo, lo que les permite ahorrar costos.
“En un sistema convencional, lo que más quieres es que todo funcione con telemetría, apretando un botón a distancia, pero aquí no es así”, recalca.
Si bien en los proyectos que asesora trabaja según lo que buscan los agricultores, comenta que en su huerto no es tan prioritario alcanzar altos niveles de rendimiento – aunque asegura que en algunos obtiene unas 90 toneladas por hectárea (en un sistema tradicional la producción promedio para obtener alta calidad es de 80 toneladas) – y que, en vez de utilizar los sistemas de mallas contra el golpe de sol, por ejemplo, ha priorizado protegerlos con la orientación que les da al plantarlos.
“Prefiero llevar un poco más relajado mi huerto, porque el negocio está en la calidad, más que en el rendimiento. La fruta orgánica hoy tiene las mismas exigencias de aspecto que la convencional, y ese es un desafío todo el tiempo”, comenta Miguel Elissat, y agrega que tiene la opción de vender la fruta de segunda calidad en la Ecoferia, donde también destina la producción de kiwis y peras que mantiene en pequeñas áreas del campo.
Entre los desafíos pendientes cree que es necesario que los agricultores orgánicos incorporen más tecnología para enfrentar los problemas actuales, y que las autoridades den más protección frente a las malas prácticas de los vecinos, que pueden contaminar algunos árboles con agroquímicos.
“Necesitamos que la agricultura orgánica, en general, sea más industrializada, que dé respuestas a las exigencias de costos y calidad que existen hoy. Seguimos aplicando con herramientas de los años 70, y tenemos que aprender a incorporar tecnología de punta, como lo están haciendo los proyectos orgánicos más exitosos de Chile hoy”, plantea.
ENTRE RÍOS FARMS: ARÁNDANOS DE EXPORTACIÓN CON UN MANEJO HOLÍSTICO
Aunque pasaron por algunos años de manejo convencional, debido al desconocimiento que había en Chile sobre los arándanos a fines de los años 80, Jorge Bawlitza de la Fuente siempre ha sido un agricultor orgánico. Dice que creció con esa formación. Y cuenta que para medir los resultados las casi 120 hectáreas de arándanos que tiene en la empresa y exportadora familiar Entre Rios Farms – que lidera junto a su hijo Jorge -, cuenta la cantidad de pájaros por hectárea.
“Tú vas a un campo que no sea orgánico y no ves un pájaro, porque no tienen qué comer y se van. Nosotros no tenemos problemas de abejas, por ejemplo. Por esto es más que un sistema productivo. Ser orgánico se convierte en un método de vida y hay que buscar una fórmula para que sea sustentable en todo sentido”, explica, en referencia a que tampoco han descuidado la sustentabilidad económica del negocio.
El cambio de un manejo convencional a orgánico les tomo cinco años, hasta llegar a certificarse, y comenta que fueron los buenos precios del Berry los que les permitieron hacerlo, porque al comienzo las bajas de producción fueron fuertes.
“En ese momento no había diferencias de precios entre tener arándanos orgánicos o convencionales. Las exportadoras no sabían a quién vendérselos, y ahí lo comenzamos a hacer directo, porque entendimos que las líneas de comercialización eran diferentes, con otros clientes”, afirma Jorge Bawlitza Muñoz (hijo).
En cuanto a quienes quieren ser orgánicos solo para aprovechar los buenos precios actuales para esos productos, recalca que van a cometer un error, porque debe haber detrás un cambio de lógica de trabajo. “Esto es muchísimo más demandante de tiempo, porque no estamos pensando en lo que va a pasar mañana, sino que en la primavera del próximo año. Se necesita contar con un grado de anticipación que en la agricultura convencional no existe”, dice.
Si bien no es algo que tenga retribución en las liquidaciones de la empresa, una de las particularidades de Entre Ríos Farms es que trabajan sus huertos con los principios del feng shui y la telurología, una disciplina que busca identificar las energías de la Tierra en cada momento y como afectan la vida cotidiana, en este caso a las plantaciones de arándanos.
“Buscamos la armonía de los reinos (animal, vegetal y humano), con los elementos y animales arquetípicos del feng shui, y los ponemos en su tiempo presente para ponerlos en equilibrio, porque los elementos se desarmonizan muy fácilmente. No es algo que lo paguen, pero no cuesta nada hacerlo y con ello podemos ayudar a que cierta gente consuma alimentos que ya viene con esa conciencia universal. Eso que se entrega cuando haces algo con amor es importante”, destaca Jorge Bawlitza.
Asegurar que también les ha significado resultados prácticos, como mejoras después de las heladas y que se les dejaron de morir algunas plantas.
En este sentido, plantea que las proyecciones de la empresa están enfocados en el largo plazo. “Con el manejo orgánico, la diferencia es que la tierra, en vez de empeorar, mejora, y podemos llegar a tener rendimientos hasta 30% más que en los huertos convencionales. A eso aspiramos”, proyecta.
Fuente: Revista del campo
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