Genética en las plantas: Los clubes de producción

Estamos en una realidad mundial de cambios revolucionarios en muchos aspectos de la vida de las personas y de las sociedades. La alimentación es una de ellas, y dentro de ésta se encuentra la fruticultura y los productos naturales.

La variedad de oferta en el campo de los alimentos agrofrutícolas pasa por la aplicación sistemática de tecnología y ciencia a las distintas fases de producción, desde el tratamiento de suelos en donde germinarán las plantas, hasta el envasado de la fruta y el transporte de ellas.

Concretamente, en la fruticultura se ha aplicado fuertemente la ciencia genética desarrollando experiencias que han logrado resultados sorprendentes en las cualidades de adaptación, de crecimiento, de rendimiento y de producción de las plantas.

Como resultado, se han logrado frutos más grandes, más duraderos, con mayor sabor, y de características más acordes a la gran demanda alimenticia que cruza al mundo.

Este desarrollo no ha estado exento de polémica, por las dudas que algunos sectores de la sociedad han manifestado respecto a las cualidades saludables de los alimentos, pero en la actualidad nadie duda de que la aplicación de ciencia y tecnología a la producción de frutas ha sido un aporte sustantivo en cuanto a cantidad y calidad de los productos, además de ampliar la variedad de la oferta.

En el pasado reciente estos descubrimientos pertenecían al mundo, a la sociedad. Si alguien descubría algo o desarrollaba algún experimento exitoso, casi de inmediato se ponía al servicio de la comunidad para su uso masivo.

Actualmente, con la economía de mercado, el descubrimiento genético pertenece a quien lo descubrió, es de quien lo produjo o lo desarrolló, por lo que es él quien pone las condiciones de uso o comercialización. Estamos en el mundo de las patentes y certificaciones.

Caso Nueva Zelandia

Pero no sólo esto, sino que hoy nace un nuevo modo de relación comercial, a partir de la aplicación de conocimiento, ciencia y tecnología: el de los “clubes comerciales”, que es mucho más rentable que el de las patentes y los royalties.

La realidad de las patentes, en el caso de las plantas, no es la misma que la del mundo industrial, ya que éstas duran sólo quince o dieciocho años, por lo que el royalty por patente no es un negocio atractivo.

En esta perspectiva, la colaboración, la asociatividad y retroalimentación que implica el club de producción es mucho más rentable para ambas partes, tanto para el investigador o dueño del knock how, como para el que usa este conocimiento.

Los neozelandeses, que son los dueños del concepto de mejoramiento genético, hicieron del kiwi una fruta mundialmente consumida y muy mejorada en sus cualidades. No olvidemos que el kiwi es una planta de origen chino, pero nadie discute que los verdaderos dueños intelectuales de la producción y comercialización del kiwi son los neozelandeses. Y ellos no cobran patente ni royalty, que es la alternativa que otros usan cuando han aplicado investigación y desarrollo genético en algún producto. Ellos invitan a conformar clubes de producción a todo aquel que quiera producir alguno de sus productos genéticamente mejorados. Es una invitación a una asociación de intereses en donde ambas partes ganan con la producción y la comercialización de sus productos.

 

Fuente: Blueberrieschile.cl

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