Léo Heller, nuevo relator de la ONU para el agua: “Mi prioridad es buscar soluciones concretas a problemas concretos”

Para el nuevo relator de la ONU para el agua, Léo Heller, ha llegado el momento de pasar a la acción y acelerar el proceso que asegure a la humanidad el acceso universal al agua de calidad.

De hecho, el derecho humano al agua potable y al saneamiento es una definición reciente, aprobada en 2010 y ratificada en 2013”, explica Léo Heller, que hizo su primera intervención fuera de su país, Brasil, en la Conferencia Anual ONU-Agua, celebrada en Zaragoza entre el 15 y el 17 de enero recién pasado.

En la Conferencia, si bien las metas para 2015 estaban centradas en acceso al agua potable y los servicios básicos de saneamiento, ahora hay que incorporar a las nuevas metas criterios de sostenibilidad. De hecho, el Día Mundial del Agua de 2015 se centrará en el tema ‘”agua y desarrollo sostenible”.

De acuerdo a las estimaciones del último informe del Joint Monitoring Programme (JMP) de la OMS y UNICEF, en diciembre de 2015 aún habría 547 millones de personas sin acceso a agua potable mejorada (protegida de contaminación externa) y todavía quedarían 2.400 millones de personas sin acceso a una instalación de saneamiento mejorada (sin contacto con excretas humanas).

A este respecto, en Zaragoza se ha hecho hincapié en que no hay que dejar a los más pobres para el final. El objetivo debe ser llegar a los más desfavorecidos y reducir las desigualdades.

Para Heller, el concepto ha sido asumido de forma muy tardía y cree que hay que dar tiempo a los países para que lo asimilen y lo utilicen. “Antes se hablaba mucho de la universalización, del proceso para llegar hasta ella de forma más teórica. Es momento de pasar a la práctica, a la acción sobre el terreno, de tener realmente en cuenta a las poblaciones más vulnerables, de acelerar el proceso para que todos podamos tener acceso al agua potable y al saneamiento

En el mundo actual, aún no hemos aprendido a valorar el agua como recurso imprescindible para la vida humana. Tampoco hemos aprendido a manejarla como recurso escaso.

La meta para 2015 era reducir a la mitad la proporción de personas sin acceso al agua potable y a servicios básicos de saneamiento. No ha podido alcanzarse, pero sería posible hacerlo para 2030 (fecha fijada por la Asamblea General de la ONU para conseguir los objetivos en materia de agua) si los países en vías de desarrollo invierten al menos un 1% del PIB en infraestructuras, algo que apuntó en su intervención Josefina Maestu, directora de la Oficina de Naciones Unidas para la Década del Agua. Ese 1% serviría para conseguir el acceso universal eficiente y con una mejor gestión, reducir el impacto medioambiental por desastres naturales, eliminar los vertidos tóxicos (el 80% de ellos se tiran sin depurar) y mejorar los ecosistemas.

Hay diferentes formas para que la ONU consiga implicar a los gobiernos en la consecución de esos propósitos. “Las discusiones sobre las nuevas metas de desarrollo sostenible son una de ellas. Cómo introducir en ese ámbito las disparidades entre los distintos grupos sociales” explica Heller, para quien la experiencia de los Objetivos del Milenio ha sido interesante. “Vemos qué países cumplen, cuáles lo intentan y cuáles no. Son necesarias las políticas nacionales para llevar a la realidad el derecho humano como tal, pero no son las únicas”.

Las realidades son distintas en cada país y para cada gobierno: “Los tiempos en los que se producen los avances también son distintos”, matiza el nuevo relator. La situación de los países más desfavorecidos es más preocupante, pero eso no quiere decir que la de los países desarrollados esté solucionada. “De hecho, en algunos hay riesgo de retroceso”, asegura. Detroit es un ejemplo de ello, el proceso de desindustrialización que está sufriendo ha hecho que un porcentaje alto de la población haya sido desconectada del servicio porque no tenían capacidad de pago y las tarifas empezaron a dispararse.

Situaciones como esa también merecen nuestra atención. Mi prioridad no será un lugar, sino buscar soluciones concretas a problemas muy concretos y muy extendidos. Por ejemplo, ese acceso financiero de la población al agua potable”. Hoy, 770 millones de personas no lo tienen. 2.500 carecen de un saneamiento adecuado. La calidad se impone también como un gran desafío para las áreas urbanizadas de los países pobres y como elemento de mejora en algunos de los desarrollados. “Hay que buscar modelos asequibles y soluciones tecnológicas que produzcan una equidad real entre norte y sur”, concluye Heller.

 

Fuente: UN.org

 

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