El arándano cultivado en Polonia proviene de especies originarias de América del Norte, que han sido adoptadas exitosamente en el país gracias a su clima favorable y a cuidados de alto valor profesional y técnico. La producción industrial del arándano en Polonia ha experimentado un crecimiento sostenido desde 2011, año en el que apenas alcanza las 13.000 toneladas. Un poco más de una década después la producción polaca de arándanos superó las 60.000 toneladas. Actualmente, Polonia es uno de los principales productores de arándanos en Europa y también a nivel global.

Entre 2018 y 2022, la superficie cultivada se duplicó, pasando de 5.800 ha a aproximadamente 11.900 ha y para 2024 alcanzó cerca de 13.000 ha de superficie plantada de arándanos, aunque el crecimiento en superficie se ha ralentizado recientemente, orientándose más a la mejora varietal que a la expansión de área plantada.

30% exportación

Hay que destacar que aproximadamente solo un 30 % de la producción polaca se destina a la exportación, con Alemania, Reino Unido y los Países Bajos como sus principales destinos. En 2024, las exportaciones crecieron un 17 %, hasta cerca de 26.000 t, mientras que las reexportaciones desde Ucrania disminuyeron, lo que implica un giro hacia consumo interno y procesamiento. Sin embargo, la dinámica está cambiando debido a que la demanda interna crece y el país ha comenzado a importar arándanos fuera de temporada (de España, Perú, Sudáfrica…) lo que ha generado un saldo comercial ligeramente negativo recientemente, de unos €6,4 millones en 2022/23

Se espera que la producción alcance un equilibrio hacia 2030, quizás superando las 70.000 t, siempre que se mejore el rendimiento de los cultivos y la eficiencia en los manejos.

Premiumización

Actualmente y como proyección de su industria en el mercado global, la industria polaca del arándano está desarrollando y poniendo en marcha una estrategia enfocada hacia nuevas variedades de calidades superiores (“premium”) y dotadas de empaque listo para consumir, buscando acceder a una demanda diferenciada y a segmentos de consumidores de mayor valor.

Además, el sector impulsa este cambio varietal no solo para lograr mayor firmeza en la fruta, o más rendimientos de las plantas, sino que busca facilitar la mecanización del proceso de producción, cosecha y envío ante desafíos de costos laborales.

Por otro lado, además del tradicional enfoque europeo, hay interés creciente de posicionarse comercialmente en mercados como Oriente Medio, Asia e Israel, aunque aún incipientes.

Desafíos estructurales

La industria polaca está desarrollando estrategias destinadas a reforzar los conocimientos y manejos respecto del cultivo, de tal mamera de superar los bajos rendimientos promedio, que promedian apenas 5,7 t/ha frente al promedio global de 8,9 t/ha.

La fragmentación del sector es otro de sus retos, ya que existen gran cantidad de pequeñas parcelas (1,4 ha promedio), lo que dificulta la industrialización, la inversión y coordinación del sector de manera corporativa.

La competencia internacional creciente de productores sudamericanos y ucranianos que aumentan su presencia con mejores costos o calidades es otro de los desafíos a superar en el corto plazo. En esta perspectiva se trata de superar la dependencia estacional, que obliga a concentra sus exportaciones en un período muy breve (julio–agosto), lo que limita competitividad.

En definitiva, Polonia cuenta con una sólida base productiva, creciente consumo interno y reputación estable en Europa. Sin embargo, para capitalizar su potencial, debe avanzar en aumentar los rendimientos mediante mejora genética y prácticas agronómicas intensivas; consolidar cooperativas o agrupaciones de productores para inversión en pack-houses y mecanización; diversificar exportaciones hacia mercados fuera de Europa y segmentos premium; y adaptar su rol de exportador estacional hacia una estrategia híbrida, compuesta por un mercado interno robusto + nichos internacionales de valor.