El Océano Atlántico Sur se perfila como un escenario clave para la reconfiguración de las relaciones internacionales, y Marruecos, con su ubicación estratégica, se posiciona como un actor fundamental en la construcción de un nuevo eje de cooperación Sur-Sur con América Latina.

Este enfoque, que trasciende la visión tradicional del Atlántico como una mera barrera geográfica, se centra en su potencial como catalizador de intercambios políticos y económicos, según un informe del Policy Center for the New South (PCNS).

Históricamente, el Atlántico ha sido el motor del comercio global, impulsando el desarrollo de Europa Occidental. Sin embargo, el informe del PCNS destaca la necesidad de una perspectiva más amplia, que abarque la «dimensión vertical» del océano, incluyendo su mitad sur, y reconozca su importancia geoestratégica y geoeconómica. En este contexto, la relación entre Marruecos y América Latina se presenta como un elemento crucial para dinamizar los intercambios Sur-Sur.

La visita de SM el Rey Mohammed VI a Latinoamérica en 2004 marcó un hito en las relaciones bilaterales con países como México, Perú, Brasil, Argentina y Chile, impulsando la cooperación en diversos ámbitos.

Si bien algunos países de la región, como Cuba y Venezuela, mantienen su apoyo al Polisario, la mayoría se inclina por el proceso de la ONU para la resolución del conflicto artificial del Sáhara marroquí, priorizando el pragmatismo y los intereses económicos compartidos.

El informe del PCNS subraya el papel federador del Atlántico en temas como el cambio climático, las energías renovables y la seguridad internacional, factores que pueden fortalecer los lazos entre Marruecos y las naciones latinoamericanas.

Esta estrategia se ve reforzada por la creciente importancia de Marruecos en el escenario geopolítico y geoeconómico, lo que ha llevado a varios países de la región a reconsiderar su postura política.

El caso de Perú, que enfrenta una grave crisis alimentaria, ejemplifica la importancia de la cooperación con Marruecos, líder en seguridad alimentaria y exportador de fertilizantes. Esta situación reafirma la estrategia marroquí de construir alianzas basadas en la interdependencia económica.

La diplomacia marroquí, tanto oficial como parlamentaria, ha jugado un papel crucial en este acercamiento, complementado por la diplomacia paralela y los esfuerzos de la sociedad civil. La comunidad hispanohablante marroquí, con más de un millón y medio de personas, facilita la comunicación y el intercambio cultural.

El Atlántico Sur, rico en recursos naturales y con un creciente comercio marítimo, se consolida como un espacio estratégico de cooperación Sur-Sur, con potencial para convertirse en un nuevo polo de diálogo Norte-Sur. Marruecos, con su firme presencia en África y su visión de asociaciones equilibradas, se erige como un actor clave en la construcción de un futuro compartido en esta región. La reactivación de la Iniciativa Tricontinental Atlántica de 2009 podría ser un paso decisivo para consolidar esta ambición.

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