Innovación postcosecha

Envases activos buscan que el arándano viaje mejor, con menos pérdidas y más días de venta

En el I Congreso Internacional sobre Innovaciones para la Agroindustria Rural, en Medellín, el investigador chileno Pablo Ulloa presentó desarrollos de envases activos e inteligentes que liberan compuestos naturales, controlan patógenos como Botrytis y prolongan la vida útil de berries y otras frutas de exportación, reduciendo mermas y mejorando el retorno comercial.

La fruta estuvo en el centro de la conversación tecnológica en Medellín. Durante el encuentro organizado por la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB), el Instituto de Investigaciones Agropecuarias de Chile (INIA) mostró una línea de trabajo que apunta directamente a uno de los dolores de la fruticultura exportadora: cómo mantener calidad, firmeza y apariencia en cadenas largas. El Dr. Pablo Ulloa, del laboratorio de Postcosecha de INIA La Platina, presentó los avances en sistemas de embalajes activos e inteligentes diseñados para acompañar al fruto desde el huerto hasta el punto de venta sin perder condición.

En su ponencia “Sistemas de Embalajes Activos: una alternativa complementaria y sustentable durante la postcosecha”, Ulloa explicó que estos envases no son pasivos, sino que interactúan con el alimento y con la atmósfera interna del empaque. Están formulados con materiales biopoliméricos que incorporan compuestos naturales —como aceites esenciales de mostaza e hinojo— capaces de liberar moléculas en dosis controladas. Ese mecanismo ayuda a mitigar el avance de patógenos, regular el microambiente y sumar días de vida de anaquel sin alterar el sabor ni la textura de la fruta.

© INIA

El caso del arándano fue uno de los más claros. En este berry, donde Botrytis es un enemigo recurrente en viajes largos, los envases activos permiten sostener firmeza y bloom, reducir pudriciones y estandarizar la experiencia del consumidor en destino. Ulloa remarcó que no se trata de reemplazar la cadena de frío, la higiene o los tratamientos autorizados, sino de agregar una capa de protección que otorgue mayor flexibilidad logística y permita llegar a mercados distantes con fruta en mejor estado.

El impacto se ve en toda la cadena. Para los exportadores, estos sistemas significan menos rechazos y más opciones de transporte; para el retail, mayor disponibilidad y menos quiebres de stock; para el consumidor, fruta que se conserva atractiva por más tiempo. Además, al trabajar con biopolímeros y compuestos de origen natural, la propuesta se alinea con las exigencias internacionales de sustentabilidad y reducción de desperdicio de alimentos.

El congreso, que reunió a especialistas y actores del agro latinoamericano, estuvo enfocado en tecnologías que impulsen el desarrollo rural. En ese contexto, la experiencia de INIA La Platina mostró una ruta de I+D aplicada con un objetivo muy concreto para las cadenas frutícolas de exportación: que la fruta llegue mejor, llegue más lejos y llegue a tiempo.

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