La cooperativa que revolucionó el arándano con inteligencia artificial
Costa de Huelva acaba de cumplir 45 años y ha sido reconocida en los XIX Premios de Andalucía de Agricultura y Pesca 2025, en la categoría de Agricultura, por ser un referente de innovación y gestión sostenible en el sector agroalimentario, un galardón que recogió el pasado 25 de noviembre. Su modelo cooperativo ha fortalecido la posición de los agricultores en el mercado, mejorando su competitividad y capacidad productiva.
Para su presidente, Romualdo Macías García, el galardón no es solo una distinción externa: es un homenaje interno para un pueblo de apenas 3.000 habitantes (Lucena del Puerto) con una cooperativa que mueve cada año entre 6.000 y 7.000 personas entre socios, trabajadores de campo y de almacén.
“Lo consideramos como un homenaje a socios y trabajadores que durante todos estos 45 años han ido adaptándose a todas las circunstancias del mercado, del entorno, del medio ambiente, sin perder nunca las raíces y la cultura de nuestro pueblo”, resume Romualdo.
Este premio llega en un año simbólico, en plena madurez de una cooperativa que, lejos de conformarse, lleva décadas adelantándose a las tendencias: diversificó cuando nadie hablaba de ello, apostó por el arándano cuando era un cultivo casi experimental y es pionera en aplicar inteligencia artificial en el sector de los frutos rojos.
La revolución del arándano
Costa de Huelva nació en 1980 como una cooperativa centrada al 100% en la fresa. Era la época en la que el fresón era el gran protagonista del campo onubense. Pero en esta cooperativa, el inmovilismo nunca fue una opción. “Somos gente muy inquieta, muy activa, nos gusta ir por delante en cosas nuevas”, explica Romualdo. Hace más de 20 años comenzaron a introducir otros berries: frambuesa, arándano… y a alargar la campaña.
“Pasamos de tener una producción de 3-4 meses con la fresa a producir cerca de 10 meses al año con arándano. Eso nos permitía mantener personal durante más tiempo y que la cooperativa estuviera prácticamente todo el año funcionando”, cuenta.
El arándano terminó siendo el gran salto. Lo vieron claro en el campo experimental que Onubafruit, a través de proyectos de I+D: nuevas variedades, buenos resultados agronómicos y un mercado internacional en expansión. A partir de ahí, tomaron una decisión radical: dejar de ser una cooperativa “normal” de fresa para especializarse en otros berries.
Hoy trabajan unas 1.100 hectáreas: en torno a 800 de arándanos, unas 100 de fresa y otras 100 de frambuesa, además de algo de ecológico y otros cultivos. Pero la estrella es el arándano. “Somos los más grandes de arándanos de Huelva, producimos más de nueve millones de kilos”, apunta.
Inteligencia Artificial
Si hay un punto que explica por qué Costa de Huelva ha recibido el Premio Agricultura 2025 es su apuesta por la tecnología. “Pasamos de ser una cooperativa más tradicional a dar un salto interesante a la tecnología porque esto va a llegar. Y nos convertimos en la primera empresa en España que puso visión artificial e inteligencia artificial en el mundo del arándano”, afirma orgulloso Romualdo.
Lo que antes se hacía a base de ojos y manos en mesas de selección, ahora una máquina realiza “entre 40 y 45 fotos a cada arándano en un tiempo récord” y decide si ese fruto encaja en los parámetros de calidad que exige el mercado.
La tecnología no se queda en el almacén. También está en los datos, en la gestión interna, en la administración. Lo que hace unos años se llamaba Big Data ahora se traduce en decisiones más rápidas y eficaces: previsiones, planificación, control de costes, trazabilidad. “La inteligencia artificial no es más inteligente que nosotros, pero nos da soluciones y nos ahorra trabajos que antes eran papeleo, búsquedas, resúmenes”, reflexiona Romualdo.
Y lanza un aviso al sector: “El que se quede atrás en inteligencia artificial desaparecerá, aunque parezca una moda, no lo es”.
Sostenibilidad real
La sostenibilidad, en Costa de Huelva, no es un eslogan de campaña. La cooperativa trabaja a escasos kilómetros del Parque Nacional de Doñana y eso ha marcado su forma de hacer las cosas.
Mientras el debate público sobre el agua y los nitratos se agitaba en los medios, Costa de Huelva iba por delante. Decidieron certificarse en huella de nitrato cuando casi nadie hablaba de ello. “Nos convertimos en la primera empresa del mundo en berries en conseguir la certificación de huella de nitrato”, subraya el presidente.
Inversión para contar la verdad
En un contexto de titulares negativos sobre Doñana y los frutos rojos, Costa de Huelva ha decidido pasar a la acción. No con campañas en redes, sino con algo mucho más tangible: un centro de interpretación y agroturismo sobre la cultura de los berries. “Se ha hablado muy mal de esta zona, y el 95% de las veces es mentira”, afirma Romualdo. “Al final, lo malo corre muy rápido”.
La cooperativa ha destinado 1,5 millones de euros provenientes de sus fondos de sostenibilidad para crear un espacio único en España. Un lugar para enseñar, con transparencia, cómo se produce un arándano, una fresa o una frambuesa.
El proyecto incluye:
- Un teatro donde recibir a colegios, clientes y visitantes y proyectar vídeos sobre la historia de la cooperativa y el trabajo de los socios.
- Una parte interactiva para mostrar en tiempo real datos de humedad, consumo de agua, nitratos y otras variables de las fincas
- Una zona de metaverso, con gafas de realidad virtual que permitirán “entrar” en una finca, pasear entre las plantas, ver el almacén desde dentro y sentir de forma muy real qué es el día a día en Costa de Huelva.
- Visitas internas a la línea de producción, para que se vea cómo se manipula, selecciona y prepara la fruta antes de llegar al consumidor.
“A nivel de España no hay nada igual, será el primero”, asegura Romualdo. Es la forma de devolver a la comunidad todo el trabajo de estos 45 años y de enseñar quién es Costa de Huelva y qué es realmente la cultura de los berries, más allá de lo que se escucha en los medios. La previsión es que el centro entre en funcionamiento en torno a enero-febrero, una vez finalizado el montaje interior y los contenidos audiovisuales.
Voces del relevo
La historia de Costa de Huelva no se entiende sin sus socios agricultores. Dos de ellos, Diego y Antonia, representan bien ese relevo generacional.
Antonia Mora es la responsable de Frutas Ojuelos Paja, empresa que lleva el nombre de su padre. “Mi padre y mi suegro fueron parte de los que iniciaron la cooperativa en los años 80”, cuenta. Recuerda de niña “el lomo sin plástico”, los arcos pequeños, los primeros túneles, y compara con los invernaderos actuales y la sofisticación del riego y los cultivos. “La evolución que ha tenido Costa de Huelva es abismal”, resume.
Hoy gestiona unas siete hectáreas en las que cultiva fresa, arándano y frambuesa, aunque reconoce que la fresa sigue siendo su apuesta principal. “Sé que el futuro es el arándano, pero para mí la fresa es mi cultivo: tiene menos gasto y mi tierra responde mejor”, explica. Su vínculo con la cooperativa ha sido constante y profundo: “me llevo todo el día en la cooperativa; la siento como mi casa. Es nuestra vida”.
Antonia también destaca cómo ha cambiado la agricultura: más exigencias burocráticas, más tecnificación y la necesidad de contar con apoyo técnico. “Antes, sin estudios, podíamos llevar un campo. Ahora es complicado”, admite, aunque señala que la cooperativa les facilita enormemente el trabajo, especialmente a través del departamento técnico.
Diego Reales, de Agroberries Reales, enlaza tres generaciones: su abuelo, su padre y ahora él y su hermano. “Al final es lo que hemos vivido. Mi abuelo era agricultor, mi padre era agricultor, mi familia es toda agricultora. Te lo inculcan de chico, te gusta y cuando te das cuenta eres un agricultor más”, comenta.
Desde pequeño, casi sin darse cuenta, fue entrando en ese mundo que le resultaba natural. Aunque estudió y trabajó desde joven en el campo, “yo empecé con ocho años”, su incorporación formal a la cooperativa llegó en torno a 2020, continuando el trabajo familiar iniciado en los años 80 y 90. Hoy gestiona unas 85 hectáreas y se ha especializado en arándano y ecológico, tras haber pasado por fresa y frambuesa. “Cada maestrillo tiene su librillo; cada uno sabe su rentabilidad”, afirma al explicar su apuesta por el arándano.
Para él, la agricultura actual es muy distinta a la que vivieron sus abuelos: nuevas estructuras, nuevas técnicas de recolección, mayor exigencia administrativa. Cuando habla de Costa de Huelva, expone con orgullo cómo ha ido avanzando en todos los aspectos “y aún nos queda mucho camino por andar”, concluye.
Una relación más estrecha
La relación entre socios y cooperativa también ha cambiado. “Ha mejorado”, coinciden Antonia y Diego. Hoy se perciben más escuchados, más partícipes en la toma de decisiones, desde las variedades que se plantan hasta la gestión de crisis y la respuesta a los mercados.
Si hay una idea que se repite una y otra vez en las voces de Romualdo, Diego y Antonia, es que Costa de Huelva no es solo una empresa. Es una forma de vida. Romualdo traza la gran diferencia con otros modelos empresariales: “Hay empresas que son fondos de inversión, que van a sacar rentabilidad y si no funciona hoy, mañana cierran y se van. Esto es otra cosa. Esto es nuestra vida. Si se va al garete, nos vamos todos”.
Por eso, el Premio Agricultura 2025 tiene un peso especial. No solo refuerza la imagen externa de la cooperativa, también sirve de confirmación interna de que el camino de la tecnología, la sostenibilidad, la innovación y la unión es el correcto.
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