Alternativas para combatir las enfermedades de la madera en arándanos
Desde que se detectaron por primera vez en los huertos de arándanos del país, hace algunos años, las enfermedades de la madera se han convertido en una de las principales amenazas sanitarias para este cultivo, debido a que su ocurrencia está asociada a la caída del rendimiento productivo de las plantas.
“Nuestra experiencia indica que podemos tener una pérdida de productividad insignificante o de hasta del 100%, en los casos más graves”, asegura Andrés France, fitopatólogo del INIA Quilamapu.
Pese a que la eliminación definitiva de estas patologías de los huertos resulta casi imposible, en los últimos años se han desarrollado algunas estrategias, basadas en la implementación de diversos manejos y la aplicación de tratamientos químicos y biológicos, que permiten convivir con ellas, extendiendo la vida útil de las plantas.
Apostar por la prevención
Los primeros síntomas de estas enfermedades, causadas principalmente por hongos y bacterias, suelen darse al interior de las ramas y ramillas, por lo que son muy difíciles de detectar.
“De hecho, los productores suelen descubrir que las plantas están siendo atacadas solo cuando la colonización de patógenos es muy avanzada y, por ende, ya existe un importante daño a nivel de la madera”, afirma Daina Grinbergs, fitopatóloga del INIA Quilamapu.
Por lo mismo, los expertos concuerdan en que el mejor camino para evitar problemas es apostar por la prevención.
En ese sentido, dicen, la primera medida que hay que tomar es cerciorarse que las plantas que se vayan a establecer en el huerto no porten ninguno de los patógenos que provocan estas enfermedades.
Con el fin de apoyar a los productores en esta gestión, Andrés France cuenta que en el INIA están trabajando en el desarrollo de un kit que permitirá determinar, a través del análisis de una pequeña muestra de material (hojas), si las plantas, especialmente las que no presentan sintomatología, efectivamente se encuentran libres del plateado, una de las enfermedades de la madera con mayor prevalencia en los huertos de arándanos.
“Nuestra idea en el futuro es ampliar la capacidad de esta herramienta para ayudar a determinar la presencia de otras enfermedades de la madera y en otros frutales”, afirma.
El factor poda
Una vez que el productor logra determinar que cualquiera de estas enfermedades está dentro de su huerto, el mejor camino que puede tomar es llevar a cabo una poda sanitaria o de limpieza, la que consiste en eliminar todas las ramas que muestren sintomatología.
“Posteriormente, todo ese material debe ser enterrado, quemado o, idealmente, compostado”, indica Daina Grinbergs.
Según Andrés France, el problema es que, en general, las podas sanitarias se realizan de manera defectuosa.
“Incluso, hay algunos productores que solo rebajan las ramas para que estas rebroten desde una yema más cercana al suelo. Sin embargo, eso no tiene sentido, si consideramos que este tipo de enfermedades suele colonizar la corona de la planta. Así, lo más adecuado es sacar la rama entera despatillando desde la base”, explica Andrés France.
Los expertos también recomiendan que las podas se realicen a fines de verano o cuando exista una alta radiación, con el fin de minimizar los riesgos de infección.
“Muchas veces los productores realizan esta labor en invierno, cuando los cuerpos frutales de los hongos liberan esporas que van a infectar los cortes de poda” indica Daina Grinbergs.
Además aconsejan que el tiempo que transcurra entre la realización de los cortes y el pintado de las heridas noo supere las cuatro horas.
“Me ha tocado ver casos en que los agricultores dejan el proceso de pintado para el día posterior a la poda, lo que resulta negativo para la sanidad del huerto, pues los patógenos tienen tiempo de sobra para entrar por las heridas”, agrega Andrés France.
Las dos grandes amenazas
Pese a que en Chile se han detectado más de 10 enfermedades que entran dentro de la categorización de patologías de la madera, son dos las que tienen mayor prevalencia en los huertos de arándanos del país: el plateado, producido por Chondrostereum purpureum; y el cancro del cuello, provocada por Neofusicoccum spp.
El cancro del cuello, cuya presencia se encuentra extendida en casi toda la superficie de cultivo del arándano en Chile, suele generar clorosis en las hojas y enrojecimiento en la lámina foliar, y un rápido desecamiento del follaje.
“Además, la muerte de las ramas, que es repentina, tiende a generarse a mediados del verano. Así, sin un control adecuado, la planta se debilitará de forma progresiva hasta perecer”, advierte Andrés France.
Por su parte, el pateado, enfermedad que en Chile se viene estudiando desde 2005 y que está presente en gran parte de la zona de producción de arándanos, se caracteriza por mostrar ramas con menor vigor y hojas con una coloración entre plomiza y plateada, causada por una toxina.
“A medida que progresa la enfermedad, otras ramas muestran los síntomas hasta comprometer todo el arbusto”, asegura Andrés France.
Una de las razones que dificulta el accionar de los tratamientos con esta enfermedad es que las cepas de plateado que existen en Chile son más agresivas que las que hay en otras partes del mundo.
“Esta situación ha llevado a que se registren importantes daños y pérdidas de rendimiento y calidad de fruta, además de disminuir la longevidad de los huertos”, asegura Daina Grinbergs.
Apoyar a las plantas
Las enfermedades de la madera que suelen atacar a los arándanos, en general, se caracterizan por tener un avance lento. Así, no es extraño que puedan pasar varios meses –o años— antes que las plantas afectadas comiencen a evidenciar síntomas externos.
En ese intertanto, dicen los expertos, resulta fundamental que los productores hagan todo lo posible para evitar que las plantas se estresen.
“La mayor amenaza que existe en la actualidad, especialmente en verano, son las altas temperaturas, por lo que si el productor sospecha que en su huerto están presentes estas enfermedades, lo mejor será utilizar cualquiera de las herramientas que están disponibles en el mercado y que apuntan a disminuir el estrés de las plantas, como las mallas de protección, los protectores solares y los inductores de resistencia”, afirma Andrés France.
Tratamientos complementarios
Pese a que en el mercado existen diversas alternativas químicas que prometen combatir de forma efectiva las distintas enfermedades de la madera, los expertos aseguran que ninguna de ellas es 100% efectiva, debido a que es muy difícil que puedan penetrar al interior de la madera de la planta, que es donde se alojan estos patógenos.
Por lo mismo, además de realizar los manejos químicos tradicionales, se recomienda llevar a cabo tratamientos biológicos complementarios. En ese sentido, uno de los que ha mostrado mejores resultados a la fecha son las aplicaciones de té de compost, un producto que surge de la fermentación de materia orgánica vegetal y la mezcla con guano, y que es capaz de aportar una alta carga microbiana y metabolitos del crecimiento.
Según Andrés France, se trata de un efectivo inductor de resistencia, el cual si se usa de forma frecuente, en altas dosis (mínimo 6 mil litros por hectárea al año) y se aplica desde el inicio de la brotación, es decir, cuando las yemas se empiezan a hinchar, puede incluso revertir la enfermedad.
“Hemos visto casos de reversión, de plantas que se han sanado gracias a las aplicaciones de este producto. También se ha visto el caso contrario, de plantas que han vuelto a enfermarse al suspender el uso de té de compost. Lo mejor es que es un tratamiento más barato que las aplicaciones químicas, aunque su uso es complementario”, advierte.
Un aspecto importante en el uso de este método de control biológico es asegurase que el té de compost sea de buena calidad, es decir, que el compost se encuentre estabilizado y sea reciente.
“Hay que evitar usar compost de más de una temporada de fabricación”, advierte Andrés France
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