Biotecnología es clave para un futuro sustentable de los fertilizantes

“Lo que hay que observar es la tendencia hacia dónde va el mundo, por lo que el sector, que está cada día más profesionalizado y tecnificado, no dejará de vender lo que necesitan las plantas, vale decir, nitrógeno, fósforo, potasio, micronutrientes y microelementos”.

En el III Congreso sobre Fertilización que se celebró en Madrid, el presidente de la Asociación Comercial Española de Fertilizantes (Acefer), Juan Pardo, ha afirmado que “el futuro de los fertilizantes pasa por la biotecnología, para que la planta coma mejor y más eficientemente”. El ejecutivo también ha abordado en su intervención la reducción del contenido de cadmio en los fertilizantes que recoge la nueva normativa europea, cuestión muy relevante en el sector y que en su opinión no incidirá en un mayor costo para el agricultor.

Biotecnología

El desarrollo, la investigación y el buen uso de la biotecnología en la fertilización comienza por su aplicación en la manera de activar y mejorar la flora microbiana del suelo, para que las plantas se nutran mejor, hasta las modificaciones genéticas o mejoramiento de los cultivos para que gocen de una nutrición más eficiente y, por ende, tengan resultados más productivos.

Los productos biotecnológicos puede que tengan una venta de menores volúmenes, pero claramente son productos más eficaces si los evaluamos desde diferentes puntos de vista, no sólo en cuanto a sus resultados productivos, sino que también en sustentabilidad y responsabilidad social y medioambiental. Hay compuestos químicos inorgánicos, órgano – minerales y bioestimulantes que están colaborando de manera eficiente en esta perspectiva de producción.

Reglamento UE

El presidente de los asociados españoles, Juan Pardo, llama la atención respecto al Reglamento comunitario 2019/1009 sobre fertilizantes que se aprobó en junio (y que no se aplicará plenamente hasta julio de 2022) calificándolo como una legislación demasiado laxa y muy poco concreta, que deja abierta la puerta en muchos aspectos, a la que, sin embargo, hay que “dar un voto de confianza”, ya que la “Comisión conoce bien el mercado y la agricultura europea”.

El Reglamento de la Unión Europea (UE) determina como producto fertilizante a una sustancia, mezcla, microorganismo o cualquier otro material aplicado o que se destina a ser aplicado en los vegetales o en su rizosfera, en los hongos o en su micosfera, o destinado a constituir la rizosfera o la micosfera, por sí mismo o mezclado con otros materiales, con el fin de proporcionar nutrientes a los vegetales o a los hongos o mejorar su eficiencia nutricional

Economía Circular

Esta nueva legislación europea, que está en sintonía con el Plan de Acción de la UE para la Economía Circular, pretende a su vez estimular el reciclado de residuos industriales y urbanos para el crecimiento de las plantas, recordando, tras referirse a los residuos ganaderos, “que ya se reciclaban en el campo sin esta normativa”.

Pardo reflexiona que el futuro de la fertilización no dependerá tanto de este nuevo reglamento, sino que lo que hay que observar es la tendencia hacia dónde va el mundo, por lo que el sector, que está cada día más profesionalizado y tecnificado, no dejará de vender lo que necesitan las plantas, vale decir, nitrógeno, fósforo, potasio, micronutrientes y microelementos.

Tecnología y Generación Z 

En otro aspecto de aplicación de tecnología avanzada, los nacidos entre 1994 y 2010, o Generación Z, según los estudios, son los más dispuestos a probar alimentos modificados por las diferentes técnicas de mejoramiento. Recientemente, un estudio de Ketchum, una empresa de comunicación con sede en Nueva York arrojó como resultado que el 77% de los miembros de la Generación Z están dispuestos a comer estos alimentos, seguido de los Millennials o Generación Y (1981-1993), con el 67%, y la Generación X (1969-1980) junto a los Baby Boomers (1949-1968), con el 58%.

Los hallazgos del Estudio de Percepción del Consumidor de Tecnología Alimentaria de Ketchum señalaron que, dejando de lado las diferencias generacionales, la mayoría de los consumidores en todos los datos demográficos aceptan la tecnología alimentaria y están dispuestos a probar sus productos. Por lo que estas investigaciones pueden ayudar a las empresas para entender mejor a los nuevos consumidores en sus preocupaciones de sostenibilidad y otros factores que impulsan las compras y la lealtad a la marca. 

En resumen, tanto en la biotecnología como en la tecnología alimentaria, la preocupación de los consumidores puede ser el impacto del cambio climático, o el bienestar animal, o bien se pueden mostrar contrarios al desperdicio de alimentos, pero la clave estará en cómo el desarrollo, la investigación y el buen uso de la tecnología puede abordar estas demandas y resolverlas para ganar confianza.

Fuente
Martín Carrillo O. – Blueberries Consulting

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