Cambio climático en Chile: una realidad nacional

Por Gianfranco Marcone Osorio, profesor asignaturas agrometeorología y climatología. Escuela de Recursos Naturales Duoc UC.

En los últimos años, Chile ha venido experimentando déficits hídricos que ya aparecen como permanentes, así como también un cambio en la estacionalidad y distribución de las precipitaciones, que ocasionan fenómenos como el recientemente ocurrido en el norte del país.

Producto de la sequía, que se viene arrastrando hace varios años, existen a marzo de este año 43 comunas con decretos de escasez hídrica vigentes, entre las regiones de Atacama y del Libertador Bernardo O’Higgins. Esto sin considerar las regiones del sur de nuestro país, desde La Araucanía hasta Los Lagos, las cuales tuvieron el enero más seco de los últimos 55 años, según la Dirección Meteorológica de Chile, afectando gravemente la actividad agropecuaria de la zona. Esta situación podría agravarse aún más, si las precipitaciones en este año no alcanzan niveles al menos normales.

Con el déficit hídrico por un lado, explotan las precipitaciones en lugares impensados por el otro. Este fenómeno recién ocurrido en el norte, se debió a que la isoterma (altura a la cual comienza a precipitar en forma de nieve) fue mucho más alta que el promedio histórico, por lo tanto hubo más precipitaciones en forma de agua que de nieve, las cuales escurrieron rápidamente, arrastrando grandes cantidades de tierra, sedimentos y material acumulado por años de sequía en las cuencas. Rescatable es el hecho de que se lograron llenar algunos embalses, lo cual sí es beneficioso para contar con algunas reservas hídricas.

Esta situación es particularmente inusual y  puntual, cayendo más de 20 mm en 24 horas, en lugares donde caen menos de 2 mm en un año completo. Tanta lluvia en tan corto tiempo no beneficia en nada a la agricultura ya que no hay suelo con la capacidad de infiltrar completamente esa cantidad de agua, provocándose los daños que hemos visto en la prensa durante los últimos días. El agua, aparte de ser muy necesaria, necesita llegar con una distribución adecuada durante el año, situación que ha venido cambiando dramáticamente en los últimos años.

El año recién pasado, en esta misma época, se hablaba de la probabilidad bastante alta de que llegase el fenómeno de El Niño, el cual podría llegar con características de intenso, muy similar al ocurrido el año 1998, cuando ocurrieron grandes inundaciones en la zona central del país. ¿Qué ocurrió? Como hablábamos de probabilidades, esas probabilidades fueron disminuyendo con el correr de los meses y el fenómeno nunca llegó el año 2014.

¿Qué sucede este 2015? El escenario es distinto, ya que ahora no hablamos de la probabilidad de llegada de El Niño, si no que este fenómeno ya está instalado en nuestro país. Aunque es de carácter débil, igualmente debería ocasionar un año dentro de los rangos normales de precipitaciones, e incluso podría ser algo sobre lo normal. ¿Esto ayuda a la sequía? Probablemente no solucione el problema de fondo, pero sí permite que no siga recrudeciendo el problema.

Nuestro país, ante el escenario de Cambio Climático que estamos viviendo, va hacia un proceso de desertificación de algunas zonas nortinas, donde se espera que el desierto avance hasta regiones como Coquimbo e incluso podría llegar hasta la región de Valparaíso. Por esta razón, en algunas zonas ya se está experimentando la aparición de nuevas especies, que tienen menores requerimientos hídricos y están adaptadas a climas más secos, como por ejemplo la quinoa.

La crisis del agua ya es una realidad nacional, y si bien este año es muy probable que las precipitaciones sean más abundantes que años anteriores, esta crisis llegó para quedarse. Ya no se habla del cambio climático que vendrá, sino de lo que estamos viviendo ahora. La clave en estos momentos está en el manejo eficiente y sustentable de las nuevas tecnologías con respecto al uso del agua y en contar con nuevos y cada vez mejores profesionales y técnicos especializados, que tengan las competencias necesarias para un buen uso del recurso hídrico y en el manejo eficiente de los sistemas de riego.

 

Fuente: Portal Frutícola

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