Cambio climático y planificación estatal: Los desastres como el de Atacama se sucederán muy a menudo en el futuro

Luego de la tragedia del norte, en que los aluviones e inundaciones arrasaron con Chañaral y varios pueblos de la región, dejando a su paso centenares de víctimas humanas, destrucción total y decenas de personas desaparecidas, se han multiplicado las voces críticas de expertos asegurando que la tragedia se pudo haber evitado y advirtiendo que en el futuro el desastre se repetirá si no se toman las medidas adecuadas para evitarlo.

Recordemos que fue un fenómeno meteorológico inaudito y sin antecedentes de un caso igual en la región en el pasado reciente. La mayoría de los expertos coincide que la magnitud del fenómeno fue demasiado grande, lo que hizo casi imposible evitar el desastre.

Otros en cambio aseguran que el buen manejo de las cuencas hidrográficas podía haber evitado la tragedia, por lo que no debiéramos hablar de desastre natural, sino que de desastre por falta de planificación estatal, según ellos.

Lo que sucedió es simple de explicar, y es que en donde debía caer nieve cayó lluvia, lo que desembocó nada menos que 19 aluviones que arrasaron todo a su paso por encontrase la isotermia 0 cercana a una altura de 5 mil metros.

Manejo integral de cuencas hidrográficas

Una cuenca hidrográfica es una zona delimitada topográficamente que desagua mediante un sistema fluvial, es decir, la superficie total de tierras que desaguan en un cierto punto de un curso de agua o río.

En nuestro país hay presencia de este tipo de cuencas en prácticamente todo el territorio, pero, contrario a lo que se puede pensar, Chile carece de una política integral al respecto, pese a la relevancia que los ríos representan para la población del país.

Para el Ingeniero Forestal de la Universidad de Chile y Doctor en Recursos Forestales de la Universidad de München, Samuel Francke, en nuestro país existe un problema de mentalidad que se arrastra desde los tiempos de la conquista española, “pese a que nuestra geografía es esencialmente montañosa, tenemos una mentalidad de valle, por lo tanto, todos los esfuerzos se concentran en esas zonas”, destaca el académico explicando el porqué de la ausencia de estas políticas.

De acuerdo a lo señalado por Samuel Francke, en las cuencas hidrográficas “los impactos no ocurren en forma aislada, sino que son la resultante de todos los usos del agua y la tierra. Los impactos son integrados”, en ese sentido, el especialista sostiene que “la gestión ambiental debe considerar estos efectos integrados, a diferencia de hacer una gestión de cada intervención por separado”.

Precisamente, la principal crítica de los expertos es que al no haber una gestión integrada del manejo de cuencas en nuestro país, las intervenciones en nuestros ríos se hacen de forma parcelada y generalmente en los valles.

Para Francke, si bien han existido esfuerzos en la materia estos no han sido consistentes, básicamente, “porque en nuestro país estos temas no son tratados con una visión de Estado, sino que de Gobierno”.

A partir de los años 90, con el regreso de la democracia, se introduce el concepto de manejo integral de cuencas hidrográficas, pero más allá de la realización de Congresos e iniciativas parceladas, hasta el día de hoy no se ha podido consolidar una política estatal al respecto.

El último gran esfuerzo se llevó a cabo durante la primera administración de Michelle Bachelet cuando la CONAMA presentó la “Estrategia Nacional de Gestión Integrada de Cuencas Hidrográficas”, iniciativa del 2007 y que buscaba integrar a todos los actores involucrados en el tema.

Dentro de la propuesta se contemplaba la integración de los diversos entes involucrados en el manejo de cuencas, el decir, los ministerios de Agricultura, Obras Públicas, Medio Ambiente, Bienes Nacional y la extinta MIDEPLAN, la CONAF, el SAG, INDAP, CONAMA, la Comisión Nacional de Riego y las municipalidades.

El problema radica en que el retraso en la implementación de este tipo de políticas pone en serio riesgo a las poblaciones aledañas a las cuencas hidrográficas, que dado las características de nuestro país, representa casi la totalidad de la población chilena.

De acuerdo a las conclusiones entregadas en el Informe Técnico de la Contribución de Conaf a la Estrategia de Conama: “Las alteraciones, naturales y antrópicas, en el funcionamiento de las cuencas hidrográficas tienen como consecuencia graves manifestaciones de tipo catastrófico, evidenciables en sequías, aluviones, avalanchas, deslizamientos de tierra, erosión, pérdida de capacidad productiva de los suelos y contaminación de aguas para consumo y riego”.

Pero, si bien ya se llegó tarde para prevenir lo ocurrido en la región de Atacama, el cambio climático provocará que este tipo de fenómenos sean recurrentes, por lo que urge comenzar desde ya un trabajo orientado hacia la preservación y buen manejo de nuestras cuencas.

Hacia una nueva institucionalidad

Consolidar un buen manejo de cuencas podría tomar alrededor de 15 años, para lograr integrar el trabajo de los diferentes actores presentes en el sistema y contar con la participación de la ciudadanía en las decisiones respecto del recurso.

A juicio del académico Samuel Francke, se necesita una nueva institucionalidad para poder trabajar en todas las necesidades que el problema requiere, de hecho, lo ideal sería contar con un ministerio de Recursos Hídricos y Cambio Climático.

Otro aspecto, que a juicio de los especialistas es fundamental para corregir las imperfecciones en el manejo de las cuencas, es el ordenamiento territorial actual. Esto porque la distribución administrativa del país no va de acorde con la geografía y la ubicación de los asentamientos hidrográficos.

En ese sentido consideran necesario revisar el proceso de regionalización y avanzar hacia un ordenamiento territorial que vaya en armonía con las características geográficas de Chile.

Cambio climático

El cambio climático provocado por las actividades humanas impulsa actualmente el 75% de los extremos de calor diarios y el 18% de los eventos de lluvia o fuertes nevadas.

La temperatura media del planeta ha aumentado en sólo 0,85°C desde el comienzo de la Revolución Industrial. Si el mundo se calienta en más de 2 grados por encima del nivel preindustrial, el cambio climático causado por el hombre podría propiciar el 40% de las lluvias torrenciales y las olas de frío y nieve, y el 96% de las olas de calor extremas.

La probabilidad de un calor extremo diario en un mundo con 2°C de calentamiento es dos veces superior al de un mundo con 1.5°C más cálido, y 5 veces mayor que en las condiciones actuales.

Se estima que en Chile aumentará la temperatura continental entre 2°C y 4°C.

Este incremento será más notorio en los sectores andinos y disminuirá de norte a sur. Estacionalmente el aumento de temperatura será mayor en verano superando los 5°C en sectores de la Cordillera de los Andes. Esto tendrá como efecto la disminución de la capacidad de acumular nieve en el área andina, provocándose un aumento de las crecidas invernales de los ríos, especialmente en el sector cordillerano comprendido entre la latitud 30° y 40° Sur entre la IV y XIV región, correspondiente a la zona de mayor productividad agrícola.

 

Fuente: Banco Mundial/ Estrategia Nacional de Recursos Hídricos 2012-2025

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