Carretera hídrica

Aunque de alto costo y no exento de obstáculos, se trata de un proyecto interesante y que debe ser estudiado con atención.

Durante este mes se presentaría al MOP el proyecto de carretera hídrica, que postula a ser aprobado como iniciativa privada. Esto permitiría financiar los anteproyectos que se requieren antes que una obra de esta envergadura pueda ser concesionada. Estimaciones preliminares sugieren que el costo total sería de US$ 25-30 mil millones, y que permitiría regar al menos 450 mil hectáreas entre el Biobío y Atacama. Ello aumentaría significativamente la producción y las exportaciones agrícolas.

No se trata de la primera iniciativa de este tipo. Hace unos años se propuso instalar una gran tubería submarina que llevaría aguas hacia el norte desde la desembocadura de ríos en la Región del Biobío. El costo directo de ese proyecto sería mucho menor que el de la carretera hídrica, pero el costo de impulsar las aguas parece hacerlo inviable para su uso en agricultura, según los proponentes de la carretera hídrica. Se ha mencionado también la posibilidad de usar agua desalinizada para el riego en el norte, pero el costo de la energía y el de la planta respectiva también lo hacen por ahora inviable. Al respecto, si bien existen en el Medio Oriente experiencias de utilización de agua desalinizada con fines agrícolas, ello parece solo haber funcionado en forma económica en Israel. Es posible, sin embargo, que, con la reducción de costos de la energía solar, sea factible reproducir esa experiencia en nuestro extremo norte, en la medida que el costo del agua desalinizada se acerque a los US$ 0,4/m {+3} .

Los proponentes de la carretera hídrica argumentan que -salvo precisamente el extremo norte- su proyecto permitiría un sistema de riego más barato que todas las otras alternativas. Como se emplearía la gravedad para impulsar aguas desde la zona del Biobío hacia el norte en varias etapas, el costo -al menos hasta la Región de Valparaíso- correspondería exclusivamente al de la inversión; al norte del Aconcagua, sin embargo, sería ya necesario bombearlas. El concepto requiere conseguir el aprovechamiento de derechos de agua del río Queuco y otros de la Región del Biobío, extrayendo hasta un 8% de su caudal en la cordillera. Estos derechos se usarían en invierno, cuando los agricultores que son sus propietarios no los utilizan. El caudal sería transportado por canales gravitacionales hacia el norte de la región, donde se almacenaría en embalses, algunos ya existentes y otros por construir. Estas aguas se emplearían para el riego de tierras de secano desde Yumbel hasta la VII Región. Una parte se entregaría en el embalse hidroeléctrico de Colbún a cambio de los derechos de agua de este en la cordillera, para comenzar así la etapa 2, de nuevos canales con agua impulsada por gravedad hacia el norte, hasta el Mapocho, al sur de la planta de tratamiento Santiago. Un tercer tramo comenzaría en un nuevo embalse sobre el río Cachapoal, en la cordillera, al tiempo que aguas abajo el canal de la segunda etapa reemplazaría las aguas embalsadas. Este tercer tramo transportaría el agua hasta la Región de Coquimbo, en el embalse Corrales, desde donde saldrían otros tramos, hasta una quinta etapa, que terminaría en Copiapó. En cada una de las etapas, las aguas se destinarían a riego, potabilización e industria, y en el caso del norte, también a minería.

El proyecto es ingenioso, pero de alto costo, pues requiere miles de kilómetros de canales para aprovechar las pendientes. Está concebido modularmente, de modo tal que se podría comenzar realizando solo la primera etapa y, si ella resulta exitosa, seguir hacia adelante. Con todo, puede suscitar algunas aprensiones ambientales, pues, aunque los agricultores piensen que el agua que se va al mar es un recurso perdido, ella cumple un rol medioambiental, y al disminuirla, los ecosistemas fluviales y en la desembocadura de los ríos se ven afectados. Sin embargo, el hecho de que solo se requiera un 8% del agua de los ríos en invierno debería moderar estos temores; aun así, es un factor a considerar. Finalmente, para el financiamiento sería necesario cobrarles a los agricultores, y ello podría constituir otro obstáculo. En cualquier caso, se trata de una iniciativa interesante y debe estudiarse con atención.

Fuente
El Mercurio

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