El cambio climático adelanta cada año más la primavera
En una de las estrategias más fascinantes de la flora, los árboles de las zonas de climas templados y húmedos, pierden sus hojas al llegar el otoño. La menor duración del día, con el descenso de radiación solar (fotoperiodo), el descenso de las temperaturas y, la ocasional congelación del suelo, hacen que mantener las hojas sea un desperdicio de energía. Las hayas, robles, tilos, castaños, fresnos… volverán a reverdecer con la primavera y sus días cada vez más largos y cálidos. Esta relación directa entre temperatura y brote de las hojas de las especies caducifolias ha llevado a muchos científicos a plantear que el calentamiento global está adelantando la primavera.
Para poner cifras a esos vaticinios, un grupo de investigadores de varios países, entre ellos España, han estudiado este fenómeno en los bosques continentales de Europa. Analizaron los datos de brotación de siete grandes especies arbóreas presentes en 1.245 localizaciones en una franja que va desde el Mar del Norte hasta el Adriático y desde Bélgica hasta Bosnia-Herzegovina.
Su análisis se ha apoyado en datos recogidos desde 1980 por el Proyecto Fenológico Paneuropeo, que registra los fenómenos biológicos periódicos relacionados con el tiempo (como el regresar de las golondrinas o la floración de almendros y cerezos). Comprobaron que todas las especies analizadas, y en todos los sitios con datos, llevan 30 años adelantando el brote de sus hojas.
“La salida de las hojas se ha adelantado seis o siete días desde 1980”, dice el director de la Unidad de Ecología Global del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales, del CSIC, y coautor del estudio, Josep Peñuelas. El impacto de este fenómeno es enorme. Por un lado, el adelanto del brote hace que las hojas fijen más carbono, balanceando el exceso de emisiones. Pero, por el otro, “produce efectos en cadena en todos los ecosistemas que acaban influyendo en cómo funciona todo el planeta”, añade Peñuelas.
Sin embargo, para el investigador catalán, la investigación, publicada en la revista Nature, descubre otro fenómeno aún más intrigante: el ritmo de adelanto de la brotación se está frenando aunque sin llegar a detenerse. Así, entre 1980 y 1994, la salida de las hojas se adelantó de media 4 días por cada grado extra de aumento de la temperatura. Pero, desde 1999, la ratio ha bajado hasta 2,3 días por grado, es decir, una reducción del 40%.
El frenazo no es igual en todas las especies. El castaño de Indias o castaño falso (Aesculus hippo), por ejemplo, ha suavizado su adelanto de la brotación hasta los dos días por grado. En el extremo opuesto, las hojas de la haya común (Fagus sylvatica) mantienen casi el mismo ritmo acelerado de brote. Así que las hojas salen cada vez antes pero, en los últimos tiempos, esas prisas se han suavizado.
Los investigadores estudiaron entonces el porqué de esta ralentización. Manejaron varias hipótesis, como una progresiva adaptación de los árboles caducifolios a la mayor variabilidad de las temperaturas primaverales o una especie de límite físico que tendrían las hojas a la hora de brotar relacionado con el fotoperiodo o cantidad de radiación solar. Es como si los árboles supieran que no pueden adentrarse demasiado en el invierno, no sea que una helada tardía acabe con sus primeros tallos verdes.
“Hemos observado que las hojas de los árboles europeos no brotan tan pronto como se pensaba, porque necesitan acumular un cierto número de noches frías para despertar del estado de dormición invernal”, comenta Peñuelas. El frío es la parte de la ecuación que faltaba para explicar la llegada anticipada de la primavera. Las especies de hoja caduca necesitan una buena dosis de frío antes de que llegue el calor y la cantidad extra de horas de sol que anuncia el fin del invierno.
Pero el cambio climático no solo está provocando más calor en verano, también está suavizando las temperaturas de otoño e invierno. Sin ir más lejos, la AEMET ya ha anunciado que la nueva estación que ahora empieza será particularmente suave y húmeda. Eso hará que los árboles tarden más en alcanzar el cupo de frío que necesitan, como si les costase más darse cuenta de que es el momento de sacar las hojas.
Para Peñuelas “es como si los árboles se estuvieran volviendo locos”. Y con su locura, enloquecen al resto del ecosistema y todas las especies animales o vegetales que hacen su vida en función de cuando salen las hojas de los árboles.
Fuente: Agriculturers.com
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