En Cataluña investigan como cuidar el suelo a través de agricultura regenerativa

Se monitorizará el impacto en la salud del suelo y la biodiversidad de un conjunto de técnicas, como las cubiertas vegetales, la fertilización orgánica o la reducción del laboreo. La investigación busca comprender los procesos microbiológicos involucrados en el secuestro de carbono y desarrollar modelos predictivos de un ciclo clave para reducir las emisiones de efecto invernadero.

La conservación y recuperación del suelo es uno de los temas más importantes en lo que respecta a buenas prácticas agrícolas actuales. El avance de la agricultura sobre terrenos con poca estructura sumado a los efectos del cambio climático, está generando una gran pérdida de este recurso tan indispensable como limitado.

El propósito de la agricultura regenerativa es recuperar la salud del suelo, ya sea en lo que respecta a estructura física como de biodiversidad y composición química, por medio de procesos ecológicos.

Proyectos para un suelo más saludable

Con la idea de seguir sumando en agricultura regenerativa, han lanzado recientemente desde el IRTA y en conjunto con el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) y la Universidad de Lleida (UdL), los proyectos AgriRegenCat y AgriCarboniCat. Ambos proyectos están enfocados en la agricultura de Cataluña y los factores bióticos y abióticos que influyen sobre ella y cuyo objetivo común es identificar las mejores prácticas agrícolas para incrementar los servicios ecosistémicos del suelo.

Los cultivos sobre los cuales se realizarán los ensayos son los siguientes: trigo, arroz, manzano, viña, huerta y pastos. Si bien, los proyectos están enfocados en un resultado final, cada uno analizará partes distintas de los procesos involucrados. En el caso de AgriCarboniCat, monitorizará los efectos sobre el secuestro de carbono, mientras que AgriRegenCat se centrará en aspectos como la fertilidad y la biodiversidad del suelo y su capacidad para resistir eventos climáticos extremos.

Diversas prácticas regenerativas ya se aplican a la agricultura extensiva como la siembra directa, pero sin dudas que su uso se puede amoldar en técnicas similares para los sistemas intensivos. El impacto de la agricultura genera un efecto directo sobre la estructura del suelo y está en nosotros el descubrir cuales son esas técnicas que nos permiten seguir produciendo con el menor efecto posible. Por ejemplo, un exceso en el uso de fitosanitarios o de laboreo compromete su biodiversidad (subterránea y en superficie) y, por tanto, la fertilidad natural.

Un suelo sano es mucho más que asegurar la producción

Sin embargo, los beneficios de la agricultura regenerativa van más allá de la productividad de la tierra. Un suelo con buena estructura resiste más la erosión y contribuye a retener más agua, dos servicios esenciales para los ecosistemas. Por el contrario, la falta de materia orgánica le hace más vulnerable: «en la cuenca mediterránea, las lluvias torrenciales erosionan los suelos más desnudos. Se pierden toneladas por hectárea y año. Si desaparece, nuestros nietos no volverán a recuperarlo, no es renovable a escala humana», comenta Georgina Alins, investigadora del IRTA y coordinadora de AgriRegenCat. Lee también: La importancia de mantener el suelo vivo.

Mejorar el balance de carbono

En el ciclo biológico de la vida, uno de los elementos más importantes es el carbono. Su exceso o deficit puede afectar gravemente el equilibrio del ecosistema y es por ello que es tan importante su correcta gestión. Lee también: El sistema agroalimentario español medido a través de la huella de carbono.

El carbono se absorbe de la atmósfera a través del proceso de fotosíntesis que realizan las plantas, luego queda fijado en el suelo cuando las plantas mueren y finalmente es liberado nuevamente a la atmosfera por los organismos descomponedores. El manejo agrícola puede intervenir en ese ciclo. Es el caso de prácticas estudiadas en AgriCarboniCat: «Queremos aumentar la cantidad de carbono en el suelo, sea difícil de descomponerse y quede bajo tierra, y que esto se produzca tanto por su naturaleza química como por la diversidad de microorganismos. En relación con los microorganismos, cuanto más tengan que competir entre ellos, más lenta será la degradación de la materia orgánica», señala Maite Martínez-Eixarch.

Sobre los proyectos

AgriCarboniCat y AgroRegenCat se cerrarán en 2025, después de una fase de transferencia de las buenas prácticas agrícolas, con jornadas sectoriales o actividades de sensibilización ciudadana. Ambos son proyectos coordinados por el IRTA, con la participación del CREAF y financiados por el Fondo Climático de Departamento de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural. La Universidad de Lleida participa en la investigación en AgriCarboniCat.

Los proyectos disponen, para su ejecución, entre 2022 y 2025, de un presupuesto de 2,6 millones de euros. 2 millones para el de agricultura regenerativa (AgriRegenCat) y 600.000 euros por el centrado en la agricultura del carbono (AgriCarboniCat). Todos los aporta íntegramente el Departamento de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural a través del Fondo Climático, que se nutre con el 50% de los ingresos obtenidos con el impuesto sobre las emisiones de CO2 de los vehículos de tracción mecánica y el 20% de la recaudación del impuesto sobre las instalaciones que inciden en el medio ambiente.

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