Injertos y cambio varietal. Pablo Muñoz: “La experiencia de España es perfectamente replicable en Chile”

Comparados con la experiencia española, se puede concluir que los kilos en el proyecto de Serida pueden ser superiores a la experiencia chilena en su primer año, pero en cuanto a calibre los resultados del proyecto de la Universidad de Concepción están muy por encima. 

Dentro del balance de las últimas temporadas de la industria del arándano chilena, además de los volúmenes y precios, esta la constatación preocupante de los problemas de calidad y condición de llegada de la fruta fresca a algunos mercados de destino. Todos los expertos y analistas concluyen que el recambio varietal se hace urgente para revertir esta realidad. La tarea no es fácil, porque además de significar una fuerte inversión en la industria, que oscila alrededor de los USD15.000 por hectárea, implica un largo tiempo sin producción comercial.

La operación es nada menos que arrancar las plantas antiguas y reemplazarlas por las nuevas para comenzar desde cero el proceso de producción. Sin embargo, hay iniciativas viables que consisten en sustituir mediante la técnica del injerto, como en otras especies frutícolas, sobre todo en cultivos de pequeñas dimensiones.

El arándano, a diferencia de otras especies frutales, no se multiplica en viveros mediante el injerto, debido a su propio patrón de crecimiento, ya que se trata de un arbusto que se forma con varias ramas principales que en la mayoría de los casos no salen de un mismo tronco, sino que brotan de la corona de la planta a nivel del suelo. Sin embargo, cuando se injerta una planta adulta, con su estructura ya formada, las dificultades en el cultivo son mínimas.

Iniciativa española 

En Asturias, España, un equipo del Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario, Serida, encabezado por Juan Carlos García, inició un programa en 2006 de injerto en arándanos teniendo auspiciosos resultados hasta la fecha.

A la izquierda, planta recién injertada (Marzo 2006). A la derecha, Planta injertada durante el primer año de crecimiento (julio 2006). (Fotografías J. C. García)

El trabajo se inició en una parcela de 1000 m2, con 240 plantas de 16 años de edad de la variedad “Herbert”, a un marco de plantación de 1,5 m x 2,0 m (3.000 plantas/ha). A principios de febrero, se cortaron todas las plantas a una altura de 40 cm del suelo, dejando 5 ramas por planta que se injertaron a principios de marzo con la variedad “Elliott”, mediante el sistema de injerto de hendidura.

El tiempo total empleado el primer año en realizar las distintas labores para el cambio de variedad fue de 23 minutos por planta, lo que supone 1.150 horas para una hectárea con 3.000 plantas. Los costos de operación en el primer año fueron de 3 euros por planta, o 0,60 euros por injerto realizado.

El 2007 se obtuvo la primera cosecha de las plantas injertadas, con una producción de 3,5 kg. por planta (0,7 kg por rama injertada), lo que equivale a 10,5 t/ha para esta densidad de plantación, con un peso medio del fruto de 1,65 grs.

Experiencia chilena 

En la Facultad de Agronomía de la Universidad de Concepción, el Ingeniero Agrónomo y Magister en Ciencias, Pablo Muñoz, hace más de un año que está desarrollando estudios de injertos con el objetivo del recambio de variedades.

Conversamos con él para saber de sus resultados.

Las plantas injertadas el año 2015 se cosecharon entre noviembre y diciembre de 2016. Es decir a los 13 – 14 meses después de injertadas, con una producción de 0.7 kg. a 1.5 kg. por planta”, nos comenta, y agrega que en variedades como Legacy, en una densidad de cultivo correspondiente a 3.333 plantas por hectárea, se obtuvo una producción de 4.800 kg/ha aproximadamente. En otras variedades de arándano, como Duke, se obtuvo 0.85 grs. por planta, equivalente a 2.800 kgs/ha.

A la izquierda, injerto de Duke, a la derecha, injerto con Legacy, a un año produciendo. (Fotografías Pablo Muñoz).

El investigador nos cuenta que el año 2016 realizaron ensayos de recambio de variedades desde la VII a la IX Región de Chile, injertando Duke, Brigitta y Legacy, sobre O`neal, Bluecrop, Chandler y Elliott, es decir sobre variedades que el mercado está dejando fuera por problemas de calidad y condición de llegada a los mercados de destino.

El profesional estima que de acuerdo a sus resultados, comparados con la experiencia española, se puede concluir que los kilos en el proyecto de Serida pueden ser superiores a la experiencia chilena en su primer año, pero en cuanto a calibre los resultados del proyecto de la Universidad de Concepción están muy por encima, ya que se están obteniendo 2 a 3,2 grs. por fruto, contra los 1,65 grs. obtenidos por los españoles en su primer año. Recuerda que para la fruta de exportación, en general se exige un mínimo de 1,6 grs. por fruto, y en Asia sobre 2,5 grs.

A modo de conclusión, el profesor Muñoz plantea que la experiencia española es perfectamente replicable en Chile, incluso se puede obtener mejores resultados en cuanto a calibre y calidad de la fruta fresca para exportación. Asegura que, con la modalidad de injerto de plantas, claramente los montos de inversión son mucho menores y asequibles para los pequeños y medianos agricultores.

Fuente: Blueberries Consulting – Blueberries Chile

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