Mercado, mano de obra y regulaciones:

La agroexportación latinoamericana frente al nuevo proteccionismo

La clave estará en la capacidad de innovación y resiliencia de los exportadores latinoamericanos para desarrollar estrategias que abran paso entre la amenaza y la oportunidad. Porque el giro proteccionista de Estados Unidos plantea riesgos evidentes para la agroexportación latinoamericana, pero también ofrece un impulso inesperado hacia la modernización.

La industria agroexportadora latinoamericana ha estado viviendo momentos de incertidumbre en el actual escenario político de Estados Unidos, marcado por un fuerte giro proteccionista en la administración de Donald Trump. El endurecimiento de políticas comerciales, laborales y regulatorias ha amenazado con reconfigurar el acceso de la demanda estadounidense a frutas, hortalizas y productos frescos de la región latinoamericana al principal mercado del hemisferio norte.

Desafíos inmediatos

De acuerdo con expertos en comercio agrícola, las primeras señales de alerta se concentran en tres frentes: mercado, mano de obra y regulaciones. Efectivamente, se hace muy incierto el acceso fluido al mercado estadounidense en condiciones normales y competitivas, por otro lado, es creciente la dificultad para disponer de mano de obra para la cosecha y las demás tareas del campo, agregándose las crecientes exigencias sanitarias de los mercados y los consumidores.

“Un aumento de aranceles o controles fronterizos puede reducir la competitividad de cultivos frescos altamente dependientes de la logística y la velocidad de exportación, como los berries o la uva de mesa”, explica un reciente reporte del USDA Foreign Agricultural Service (FAS).

El tema laboral también preocupa a los empresarios agrícolas y productores. Con políticas migratorias más restrictivas, los costos de contratación de mano de obra estacional tienden a encarecerse. “El trabajador agrícola estacional es fundamental para la agroindustria; sin él, la productividad cae abruptamente”, subraya un análisis del Inter-American Development Bank (IDB).

En paralelo, crece el peso de las exigencias de trazabilidad y certificaciones. “No se trata solo de exportar fruta, se trata de demostrar sostenibilidad, inocuidad y cumplimiento de estándares cada vez más estrictos”, señala un estudio de Rabobank.

Oportunidades en medio de la tensión

Pese a los riesgos, como en todo contexto de crisis, los especialistas coinciden en que el actual escenario abre nuevas oportunidades. La diversificación de mercados hacia Europa, Asia y Medio Oriente es una de las principales estrategias. Según datos de FAOSTAT, el consumo de frutas frescas en China ha crecido a tasas superiores al 5% anual en la última década, lo que convierte a ese país en un destino atractivo.

Otra alternativa es la agregación de valor. Procesar parte de la producción en origen, a través de jugos, pulpas o congelados IQF, permitiría a los exportadores reducir su dependencia de las ventanas de mercado fresco. Además, los productos con certificaciones de sostenibilidad y trazabilidad logran precios más altos en cadenas minoristas europeas y asiáticas.

Proyecciones y escenarios

Los analistas proyectan tres posibles escenarios:

  • Protección moderada, con impacto limitado y una rápida adaptación mediante inversión en logística y diversificación.
  • Protección alta y sostenida, que podría forzar una caída significativa en las exportaciones hacia EE. UU., generando una reestructuración del sector.
  • Proteccionismo con acuerdos selectivos, en el que algunos países de la región resulten favorecidos con acceso preferencial, mientras otros pierden participación.

En todos los casos, la clave estará en la capacidad de innovación y resiliencia de los exportadores latinoamericanos para desarrollar estrategias que abran paso entre la amenaza y la oportunidad. Porque el giro proteccionista de Estados Unidos plantea riesgos evidentes para la agroexportación latinoamericana, pero también ofrece un impulso inesperado hacia la modernización.

La inversión en infraestructura de frío, digitalización de trazabilidad y formación de capital humano se perfilan como las apuestas más seguras para sostener la competitividad.

“Los países que reaccionen rápido podrán transformar esta amenaza en una ventaja estructural, consolidando cadenas más sofisticadas y menos dependientes de un solo mercado”, concluye el informe del International Food Policy Research Institute (IFPRI).

Fuente
BlueBerries Consulting

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