Los nuevos retos para la expansión del arándano en Asturias

Un informe del Serida aconseja, entre otras medidas, adelantar a julio y agosto la cosecha de los frutos en la región para hacerlos más competitivos en el mercado internacional.

Asturias comenzó a producir arándanos en cantidades sustanciosas hace unos 15 años, llamado por las buenas condiciones productivas y por la creciente demanda mundial de este fruto rojo. Desde entonces, las cosas han cambiado considerablemente, debido a la aparición de nuevas variedades y métodos de cultivo que permiten su desarrollo en zonas donde antes parecía inviable. Así, se han incorporado nuevos países a la producción y ha aumentado calidad de los frutos. Esto es un reto para Asturias, que tiene que buscar su nicho de mercado para poder competir eficazmente con el resto de territorios. El Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario del Principado de Asturias (Serida) acaba de publicar un informe —firmado por Juan Carlos García Rubio, Guillermo García González de Lena y Marta Ciordia— en el que propone varias medidas para mejorar la competitividad. Entre ellas, adelantar la producción a los meses de verano.

Bajo el epígrafe «Nuevos retos para la expansión del arándano en Asturias», el informe propone plantear, ante este nuevo escenario productivo, cuatro desafíos: replanteamiento de las fechas de cosecha más interesantes; recambio varietal; control de riesgos climáticos y mejora de la calidad del fruto, y minimizar el periodo improductivo y maximizar la productividad.

Temporada de cosecha

En un principio, Asturias producía principalmente variedades de cosecha muy tardía, de los meses de septiembre y octubre, que eran los que propiciaban los mejores precios. Sin embargo, los arándanos no destacaban por su calidad. Actualmente, hay nuevas zonas de producción como Perú, Argentina, Sudáfrica o México que ponen en el mercado, en las mismas fechas, fruta de mayor calidad y a precios muy competitivos.

Sin embargo, en los meses de junio y julio, no hay oferta de arándanos en estas latitudes, con lo que «supondrían una de las mejores ventanas productivas para nuestra región», según el estudio.

Por otra parte, la producción de arándanos en el hemisferio Norte en los mismos meses no es elevada, ya que tanto en Marruecos como en Huelva suele finalizar en junio. Desde esta fecha hasta finales de julio «este nicho de mercado de principios de verano está mucho menos cubierto, ya que las principales producciones proceden del centro-norte de Portugal, norte de España, Croacia, Serbia, Rumanía y Georgia principalmente, este último enfocado mayoritariamente al mercado ruso». Aun siendo muchos países, su producción representa menos oferta que la de los países más al norte, como Polonia, Ucrania, Alemania u Holanda, que centran su cosecha desde mitad de julio a septiembre.

Esto favorece, entonces, que los mejores precios de mercado se alcancen desde finales de mayo a finales de julio. Y a la ventaja económica hay que añadir que, en estos meses, la inversión económica puede reducirse al no ser tan imprescindible la cubierta para la lluvia, si bien recomienda cubrir una parte. Y, por otra parte, en estos meses no hace acto de presencia la Drosophila suzukii, una especie invasora que aparece a partir de agosto.

Recambio varietal

Muchas variedades producidas en Asturias tienen dificultades de producción y poca calidad, debido a la textura o a la acidez. Resulta, entonces, imprescindible optar por otras variedades. El Serida considera que existen algunas con gran potencial como las de la especie Highbush del Norte, «tradicionalmente mejor adaptada a nuestro tipo de cultivo al aire libre», o Highbush del Sur, con una mejor calidad pero más apropiada para cultivo protegido.

Riesgos climáticos y calidad del fruto

Según los técnicos del Serida, hay que tener presentes las peculiaridades climáticas de Asturias, con alta humedad relativa durante la primavera-verano y lluvias frecuentes durante la cosecha que dificultan la logística del personal en el cultivo al aire libre. A esta climatología adversa, que ocasiona serios problemas incidiendo negativamente sobre la producción y la calidad organoléptica del fruto, hay que añadir la presencia de la plaga D. Suzukii, que, aproximadamente a partir del ecuador del verano, incide también negativamente en el éxito del cultivo. Por ello, es evidente la necesidad de buscar soluciones que contribuyan a minimizar las pérdidas económicas.

El Serida recomienda desde hace años a los agricultores que para reducir los riesgos meteorológicos y hacer frente al problema de la D. Suzukii cubran los cultivos con estructuras ligeras, a modo de paraguas, principalmente durante el periodo de cosecha.

Un ejemplo de la eficacia de estas medidas fueron las campañas de 2017 y 2018, con lluvias fuertes y continuadas, temperaturas muy bajas y muy pocos días de sol durante toda la primavera-verano, en las que los pocos productores que tenían cobertura en sus explotaciones pudieron salvar la cosecha. El resto perdió casi toda la producción por plagas y enfermedades, y la que conservó tenía una calidad muy baja.

Otra cuestión importante es que las cubiertas permitirían cultivar otras variedades en Asturias más precoces en la floración o menor tolerancia al frío, que tienen una mayor productividad y una mejor calidad del fruto: mayor tamaño, mejor textura y más dulzor.

Minimizar el periodo improductivo y maximizar la productividad

Por último, según los técnicos, «el ajuste y bajada de precios al agricultor, unido a la subida de todos los costes de producción, obligan a optimizar las técnicas agronómicas para recoger la primera cosecha antes de los tres años de cultivo establecidos».

Hoy, para conseguir un buen desarrollo del cultivo, es imprescindible «realizar todas las labores de preparación del suelo con la mayor precisión y rigor posibles, tanto para la parte física como la que se refiere a la fertilidad del suelo», así como «utilizar la máxima calidad de planta posible, ya que de ello dependerá la rápida y abundante entrada en producción».

También, en caso de que no haya suelos aptos para el cultivo, se puede cultivar sobre sustrato en contenedor, una técnica cada vez más utilizada a nivel mundial. Aunque precisa de una mayor inversión por superficie, también se recupera de una manera más rápida.

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