Mejores plantas, la revolución que viene
Juan Sutil y Sebastián Carrión no se conocen. El primero es el presidente de Empresas Sutil, el segundo es un productor que tiene una hectárea de frambuesas en Longaví, VII Región. Sutil tiene a cargo a centenares de personas en compañías como la cadena de retail agrícola Coagra o la exportadora de frutos secos PacificNut. En cambio, Carrión, que es usuario de Indap, trabaja su huerto con la ayuda de tres hermanos.
Sutil y Carrión, sin embargo, tienen bastante en común al hacer un diagnóstico sobre el negocio de las frambuesas. Su mirada es crítica frente al presente, pero optimista frente al futuro.
«Los productores nos hemos quedado atrás en cuanto a la calidad de las plantas, lo que ha afectado la calidad de la fruta y la rentabilidad de nuestros huertos», afirma Carrión.
Sutil concuerda con el agricultor en la dificultad para encontrar materia prima de calidad. Sin embargo, también cree que hay muy buenas oportunidades de negocio.
«Los consumidores están deseosos de tener una alimentación más sana. Por ejemplo, la gente está dejando de consumir productos enlatados y está pasando a los congelados, que preservan mejor las condiciones nutritivas. Los berries, entre ellos las frambuesas, se benefician mucho de esa tendencia», afirma Sutil.
No solo son palabras de buena crianza. Este año Sutil concretó su ingreso a la propiedad de Frutícola Olmué, una de las principales procesadoras y exportadoras de congelados de Chile. Dentro de la oferta de la empresa, las frambuesas juegan un rol central.
Sebastián Carrión también se la está jugando por las frambuesas. Hasta hace poco tenía una hectárea y media de ese berry, pero decidió arrancar media hectárea. Su objetivo es prepararse para plantar, por primera vez, frambuesos reproducidos in vitro y provenientes de viveros establecidos. Se dio cuenta de que para dar un salto productivo tenía que usar material genético de primera calidad. Para Carrión es un desafío importante, pues significa pasar de invertir casi cero pesos por planta, pues las conseguía de colegas en las cercanías, a desembolsar casi $300 por planta certificada.
El que todavía es considerado el rubro más retrasado dentro de los berries, en cuanto a acceso a nuevo material vegetal y tecnologías de producción en los huertos, vive un momento de silenciosa renovación.
«Hace tiempo que se tiene el diagnóstico de que las frambuesas tenía problemas productivos. Sin embargo, en el último par de años se nota una toma de conciencia de que hay que hacer cambios. Los pequeños productores se han dado cuenta de que quienes han optado por un mejor material vegetal obtienen una mejor rentabilidad», afirma Pilar Bañados, profesora de la Facultad de Agronomía de la Universidad Católica.
En las frutillas y arándanos, los otros dos berries, también hay avances importantes. En el primer caso por los cambios en el uso de agroquímicos y en el segundo por el interés por generar variedades más adaptadas a las condiciones locales de producción y comercialización.
Renovación frambuesera
Antonio Domínguez, presidente de Nevada, una exportadora de congelados, usa una metáfora futbolera a la hora de hablar del negocio de las frambuesas.
«Chile se hizo un nombre a nivel global como proveedor de frambuesas. Alguna vez estuvimos en el grupo de los jugadores más destacados. Sin embargo, estamos en riesgo de caer a la segunda división si no somos capaces de cambiar nuestra oferta actual», afirma.
Domínguez apunta a que la reproducción «artesanal» a nivel predial de plantas hizo perder calidad y productividad de las frambuesas. El ejecutivo afirma que no solo se daña la rentabilidad de los agricultores, sino que también la de las empresas industrializadoras, que deben lidiar con una infraestructura que quedó grande frente a la caída de los volúmenes.
Sin embargo, todo indica que se está generando un renacimiento gracias al foco en la calidad del material vegetal.
Alejandro Navarro, socio de Vivero Sur, trajo de Italia la variedad regina que, según sus registros, muestra un resultado muy prometedor. Mientras que lo usual en Chile es llegar a frambuesas de 1,5 a 3 gramos, en la variedad peninsular se llegan a los 5 a 7 gramos. Adicionalmente, se puede pasar de 6 a 8 toneladas por hectárea habituales en el país, a una producción superior a las 20 toneladas.
La oferta de variedades de frambuesa ha tenido un salto en el último par de años. No solo con variedades importadas, sino que también con desarrollo local. Uno de los ejemplos es del Consorcio Tecnológico de la Fruta y la Universidad Católica, que este año dará un salto de validación en trabajo de campo con tres variedades: Santa Teresa, Santa Clara y Santa Carolina. Si todo anda bien, deberían plantarse entre 5 a 10 hectáreas el próximo año.
Eso sí, la renovación de los huertos frambueseros no va solo por las nuevas variedades. La heritage, origen de muchos huertos actuales, podría volver en una versión 2.0. Su gran ventaja es que se ha adaptado muy bien a las condiciones chilenas. Sin embargo, por años se reprodujo a partir de otras plantas en los campos y se fue desdibujando, o como insisten en catalogarla los productores: «degenerando».
Sin embargo, un acuerdo de privados con el Indap apuntaría a revivirla. Una de las principales metas de la «Mesa de la Frambuesa», que reúne a toda la cadena productiva y al Gobierno, y que se instaló este año, fue impulsar la replantación de mil hectáreas con heritage proveniente de viveros establecidos.
«Creo que hay variedades muy prometedoras que hay que estudiar. Sin embargo, en una etapa inicial es bueno partir por una variedad que se ha reconocido que funciona bien. Se va a generar una demanda por plantas de primera calidad, muy diferentes al material vegetal existente», afirma Antonio Domínguez, que es integrante de la Mesa.Como el Indap ha manifestado su apoyo a la iniciativa, se estima que hacia fines de año debería quedar listo el protocolo. Hay que definir cuál será el tipo de pago que incurrirá cada miembro de la cadena productiva y la magnitud del apoyo estatal.
Adicionalmente, la iniciativa ayudaría a generar un impulso en la oferta de los viveros. Como históricamente no ha existido una demanda importante por frambuesas certificadas y con estándares como la reproducción in vitro, las empresas del sector no han tenido un incentivo para aumentar su oferta.
Juan Sutil, eso sí, hace hincapié que iniciativas con el apoyo del Indap como esas, deben tener un sello técnico, que eviten que sean teñidas por influencias políticas en el apoyo a los productores.
Frutillas: adiós al bromuro de metilo
En las frutillas, en tanto, también hay novedades. Un gran vehículo de innovación han sido las restricciones al uso de bromuro de metilo. Ese agroquímico, que es usado para enfrentar las enfermedades del suelo, a partir de este año tiene prohibición de ser utilizado, debido a que ha sido relacionado con daños en la capa de ozono.
La ausencia de bromuro de metilo exige tener variedades más resistentes a enfermedades ligadas a los suelos.
Benjamín Zschau, agrónomo del Departamento Técnico de Vivero Llahuén, señala que hay nuevo materia vegetal para enfrentar la nueva coyuntura. Recalca que California y España ya han hecho frente a un escenario de retirada del bromuro de metilo con nuevas variedades.
Una de las más prometedoras, según Zschau, es la variedad monterrey. Junto con la ventaja de superar los problemas con el suelo, permite trabajar con temperaturas más altas, por lo que se adapta bien a las zonas más cálidas. Según el agrónomo, esa variedad está atrayendo a pequeños productores de los valles centrales.
En tanto, la variedad albion, que es más precoz, funciona mejor en zonas más frescas, como por ejemplo, la zona de Melipilla y Santo Domingo, en la Región Metropolitana y la de Valparaíso, respectivamente.
En todo caso, no todo se trata de superar la ausencia del bromuro de metilo. Un punto importante que buscan los agricultores es que las frutillas sean fáciles de trabajar por parte de los temporeros. La mayor eficiencia ayuda a reducir el número de jornadas necesarias por hectárea.
Arándanos chilenos
En Talca se fraguan los primeros arándanos «made in Chile». GenBerries, un joint venture de la Universidad de Talca, Agrícola Valle Maule y el vivero Master Plant, trabaja desde fines de la década pasada en el desarrollo de nuevas variedades de ese berry. Como los plazos para el estudio y selección son largos, se espera que en unos cuatro años más recién estén las primeras versiones comerciales.
Los investigadores detrás del proyecto apuntan a que las variedades importadas fueron diseñadas para la realidad del hemisferio norte. Los agricultores de Estados Unidos solo necesitan un par de días para llegar a la mesa de los consumidores. La producción chilena, en cambio, debe soportar viajes en barco que pueden demorar de dos a cinco semanas.
La preocupación por la poscosecha es central para los arándanos, pues es el único berry que se exporta principalmente en fresco. Casi todas las frambuesas salen congeladas o con otro tipo de procesamiento, lo mismo que ocurre con las frutillas.
Cristobal Duke, gerente comercial de Huertos Collipulli, cree que debe avanzarse a una mejor adaptación a la realidad productiva al sur del Biobío. Aunque estima que la variedad Duke ha funcionado muy bien, cree que en la introducción de nuevas variedades los viveros deberían a tener una mayor cantidad de ensayos en el sur. Un punto no menor, si se considera que el gran crecimiento de superficie en ese cultivo se está dando en las regiones de La Araucanía, Los Lagos y Los Ríos.
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