Centenario de la Biotecnología
Hace 101 años, en 1919, el ingeniero húngaro Karl Ereky fue el primero que usó el término y en adelante se usa para definir esta área multidisciplinaria que emplea biología, química y variados procesos para su uso en la agricultura, las ciencias forestales, de los alimentos, la farmacia, el proceso industrial, la medicina y el medio ambiente.
Esta disciplina científica esencialmente comprende investigación de base y aplicada, integrando distintas miradas o perspectivas derivadas de la tecnología y de las ciencias biológicas, tales como biología molecular, bioinformática, microbiología marina aplicada y biología celular.
La Biotecnología es el resultado de la unión de las palabras biología y tecnología, y es precisamente eso: tecnología biológica. Internacionalmente, cuando hablamos de Biotecnología, nos referimos a “toda aplicación tecnológica que utilice sistemas biológicos y organismos vivos o sus derivados para la creación o modificación de productos o procesos para usos específicos”.
Somos maquinarias biológicas
Todos los seres vivos somos capaces de procesar compuestos para transformarlos en energía, biomasa y otros subproductos. Lo que nos hace especiales es que las materias primas que utilizamos y los productos finales que generamos no producen contaminantes, integrándose a ciclos naturales en los que se reutilizan sus residuos.
Profundizando un poco podemos descubrir que los seres vivos podemos ser considerados maquinarias biológicas, debido a que usamos tecnología biológica en forma de moléculas para desplazarnos, alimentarnos y obtener energía de lo que comemos, también para respirar, pensar y crear.
La Biotecnología consiste en la utilización de esta maquinaria biológica de los demás seres vivos en beneficio del ser humano. Mediante esta disciplina los científicos buscan aprovechar la tecnología biológica de los seres vivos para generar productos alimenticios más saludables, medicamentos más eficaces, productos o materiales menos contaminantes y resistentes, energías limpias, sistemas para mejorar el medio natural y, sobre todo, obtener cultivos más productivos.
En la agricultura
Como la agricultura es prácticamente la primera actividad humana, puede pensarse que no tiene mucho que ver con la ciencia, la tecnología y menos con la Biotecnología, lo que es un gran error.
Desde sus comienzos, hace más de 10 mil años en el Oriente, cuando el hombre dejó de ser nómade y se hizo sedentario, el hombre comenzó a domesticar especies animales y vegetales con el fin de mejorarlas y obtener más y mejores productos alimenticios y de servicio para su supervivencia. Y ya en el siglo XX, cuando la revolución biotecnológica llega a los cultivos agrícolas, se sucede la utilización de los avances tecnológicos de manera masiva o industrial, como el abono enriquecido mediante procesos químicos, que permitió aumentar la productividad de los cultivos en todo el planeta.
En los alimentos
En el campo de los alimentos, nunca la humanidad ha contado con una oferta alimentaria tan variada, tan segura y de tanta calidad como en la actualidad. Esta realidad se debe en gran parte al desarrollo de la Biotecnología alimentaria.
Los Sumerios fueron los primeros humanos en utilizar la Biotecnología alimentaria hace 7.000 años, produciendo alimentos fermentados, como la cerveza, el vino, el pan, el yogur y el queso, utilizando bacterias y levaduras para procesar la leche, transformándola en yogur y queso, o procesando la uva y la cebada para el vino o la cerveza.
Casi todo lo que comemos, ya sea animales, vegetales o alimentos fermentados, tiene un origen biológico, por lo que la Biotecnología alimentaria es claramente la más antigua de todas las biotecnologías. Lo que ha cambiado es que los consumidores del mundo exigen que aquello que comemos no sólo mantenga sus cualidades energéticas y satisfaga también las apetencias sensoriales de sabor y aspecto, sino que sea beneficioso para la salud. En este marco surgen los probióticos o los nutracéuticos.
Herramienta medioambiental y aporte a la industria responsable
En el siglo XVIII, con la Revolución Industrial, la historia moderna del hombre evoluciona violentamente desde una economía agraria y artesana a otra gigantesca dominada por la industria y en la que se produce un aumento exponencial de la población mundial. Esta nueva realidad trae consigo la exigencia urgente de un incremento en el uso de recursos naturales, y con ello cantidades de desechos contaminantes y dañinos para el medio ambiente. Hoy, en el siglo XXI, los ciudadanos reclaman la preservación del medio ambiente como un derecho universal, lo que originó en la década de los 90 el desarrollo de la Biotecnología ambiental.
Esta variante no sólo es positiva como disciplina científica responsable, sino que imprescindible para proteger los recursos naturales renovables y no renovables, ayudando a reducir, controlar y resolver las catástrofes medioambientales producidas por la acción inadecuada de la actividad humana, mediante estrategias de prevención y remediación.
Entre otras actividades y áreas de desarrollo, la Biotecnología ambiental se encarga, mediante el uso de microrganismos, del tratamiento de aguas servidas o residuales y de desechos y basuras. También actúa en la limpieza de catástrofes naturales, como derrames de combustibles fósiles en el océano, o en la recuperación de suelos calcinados por los incendios.
Mirando hacia el desarrollo industrial responsable se sintetizan y elaboran compuestos mediante reacciones biológicas para las que se usan enzimas y microorganismos en lugar de reacciones químicas. Utilizando materias primas renovables, que son inagotables, se ha avanzado en el desarrollo de biocombustibles en reemplazo de carburantes provenientes de fuentes fósiles, y biomateriales para eliminar el uso del tan nocivo plástico. A partir de bioprocesos con microorganismos y enzimas se aprovechan residuos agrícolas, forestales o industriales, para producir abonos enriquecidos o extractos proteicos para la elaboración de productos de alimentación animal.
Con el desarrollo de la Biotecnología aplicada en todos estos aspectos enunciados se produce un mayor respeto por el medio ambiente, generando menos residuos tóxicos, consumiendo menos energía y emitiendo menos gases de efecto invernadero en la producción industrial y mejorando el rendimiento económico de los productos.
Han sido 101 años de un gran aporte a la vida humana.