Aunque aún el mundo se encuentra en plena crisis global, producto de la pandemia, las señales de los mercados son evidentes en cuanto a la creciente demanda por alimentos frescos y saludables, entre los que el arándano mantiene una posición privilegiada.

Esta creciente demanda por arándanos, que puede aumentar una vez saliendo el mundo de esta crisis, se podrá satisfacer sólo implementando técnicas de hidroponía en el manejo de los cultivos, porque es la única alternativa que permite enfrentar con éxito la precariedad de suelos, la carencia de agua y la imposibilidad climática de cultivar en nuevas regiones. De esta manera se puede asegurar que la superficie destinada al cultivo del arándano crezca acorde a la demanda y, por otro lado, que produzca rápidamente para satisfacer esta demanda.

Producción temprana

“Sabemos que la producción del arándano es un cultivo que en suelo se consolida al quinto año de producción. En este escenario, en que la demanda mundial crece exponencialmente, la hidroponía se perfila como el único sistema de cultivo que adelanta esta entrada al mercado desde el primer año de producción”, asegura Francisco López, director de Projar, empresa especializada en soluciones de hidroponía.

“Un sistema radicular bien desarrollado es la base de un cultivo exitoso”

Las razones subjetivas que pueden explicar el hecho que las plantas producen más tempranamente en los cultivos hidropónicos, se deben a que el sustrato es un entorno más cómodo para la planta que el suelo, y el momento de la plantación se produce sin estrés debido a que el sustrato es similar al entorno en que alojaba la planta en el vivero. Además, las raíces en un contenedor se desarrollan muy fuertes y rápido, lo que colabora al adelantamiento de la cosecha.

En el manejo convencional se multiplican los factores a considerar respecto al sistema radicular de la planta, por las características físicas y químicas que puede presentar el suelo y la delicadeza del cultivo. “Para tener plantas sanas y de calidad, es de vital importancia que la textura del suelo, el pH y la calidad del agua de riego sean las adecuadas. La mayoría de los suelos presentan un pH superior al idóneo y puede ser un valor demasiado elevado para ajustarlo a las condiciones ideales. Un sistema radicular bien desarrollado es la base de un cultivo exitoso”, finaliza López.

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