José Antonio Gómez-Bazán, CEO de Camposol: ¿cuál es el secreto del éxito del arándano peruano?

El éxito de los arándanos en Perú es un fenómeno de estudio. Antaño, un fruto importado reducido a supermercados de alta gama, hoy se encuentra en múltiples mercados de Lima y otras ciudades. De hecho, el alcance de estas berries en el país andino ha sido tan grande que hoy en día, Perú también ha logrado posicionarse como el principal exportador de arándanos del mundo.

Es un hito notable para una ruta que inició en 2008, cuando se registró la primera plantación en el departamento sureño de Arequipa. Por aquel entonces, las 10 hectáreas que fueron sembradas no tardaron en colapsar ante la hostilidad del clima, según cuenta el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego de Perú. Pero esto sirvió de experiencia para que los empresarios interesados en el arándano se esfuercen en buscar condiciones que se adapten al fruto.

En un país con centenares de microclimas como Perú no parecía ser tarea difícil, pero muchas veces, se debió hacer lo opuesto: introducir variedades genéticas de arándanos que se adecúen a los diversos climas. Al aplicar ambas estrategias, se gestó buena parte del éxito de la producción, según José Antonio Gómez-Bazán, CEO de Camposol, una de las principales agroexportadoras de Perú. 

“En Trujillo, en el departamento de La Libertad (noroeste de Perú), la producción de arándano se concentra de manera importante y tenemos otros productos que no son tropicales. Porque la climatología de la costa peruana es única”, señala Gómez-Bazán para AméricaEconomía.

Según la asociación ProArándanos, La Libertad es la principal región productora de arándanos en Perú, al disponer del 46% de su superficie plantada con dicho fruto. Es seguida por la vecina Lambayeque (29%), Ica (6,8%), Áncash (6,4%), Piura (5,3%) y Moquegua (0,4%). Todas estas regiones tienen en común que son departamentos del litoral peruano.

La unión de la cordillera de los Andes, que impide el traslado de lluvias de la Amazonía peruana a la costa, y la corriente del Humboldt, que enfría el mar peruano, genera un clima desértico, aunque húmedo en invierno. Esta climatología especial convierte las regiones del norte peruano en un gran invernadero, al oscilar la temperatura media entre 20 y 26 grados.

“En consecuencia, casi toda la agricultura se hace con sistemas de irrigación por goteo. O sea, es casi una agricultura hidropónica donde controlas muchos de los factores de la planta, y esas características hacen que el arándano encuentre un ambiente muy adecuado para su desarrollo”, complementa el directivo de Camposol. Además, la relativa estabilidad del clima, interrumpida cada cierto tiempo por los Fenómenos de El Niño, permite que la producción del arándano se mantenga durante las 52 semanas del año.

Los resultados hablan por sí mismos: si en 2010, las exportaciones de arándanos arrojaban US$ 32 millones en ingresos, para 2023, se logró la abultada cifra de US$ 1.679 millones, de acuerdo a datos de la Asociación de Exportadores de Perú (Adex).

De esta forma, los arándanos aportan un buen porcentaje al emergente sector agroexportador del país sudamericano. El impacto de la recapitalización del agro y los tratados de libre comercio se ha manifestado: si en 2000, Perú recibió US$ 645 millones por agroexportaciones; para 2018, había reunido US$ 6.665 millones, de acuerdo a la Superintendencia Nacional de Administración Tributaria (Sunat).

DESDE BILOXI A “LA CHOLA”

Sin embargo, como ya se mencionó, la búsqueda de climas agradables no fue el único plan de Camposol y otras productoras de arándanos. Desde 2009 en adelante, la compañía impulsó la introducción de variedades de arándanos que se adapten al clima desértico de la región de Chavimochic, en el departamento de La Libertad. La elegida fue Biloxi, un tipo de baya que además de resistente, tenía una consistencia crujiente.

Para expandir la presencia de Biloxi en el norte peruano, firmó un convenio con la empresa Inka’s Berries, pionera en la producción de arándanos en Perú, así como con la Universidad Agraria de La Molina, casa de estudios estatal que usó su laboratorio para reproducir las plantas. “Posteriormente, vinieron otras variedades creadas en viveros como Ventura, pero Biloxi fue la pionera y que hasta hoy sigue siendo un componente muy importante en nuestros productos”, aclara Gómez-Bazán.

No obstante, la Biloxi ha sido solo el primer paso para el proyecto más ambicioso de la compañía: “La Chola”, una variedad nativa de la costa peruana. El equipo de Camposol inició un proceso de cruzamientos con otras variedades libres de arándanos, tratando de buscar las mejores condiciones posibles para la climatología y las preferencias del cliente peruano.

“Buscamos una planta que sea un poco más productiva, que tuviera un tamaño de baya más grande y que su sabor esté más inclinado al dulce que al ácido”, sostiene el gerente. Tampoco se dejó de lado la consistencia crujiente, la cual suele ser vista como signo de que la fruta es fresca y de buena calidad.

Pero también la decisión se tomó por cuestiones más prácticas: debía buscarse una variedad que fuese más resistente a los largos viajes en barco entre Perú y destinos lejanos como China. Gómez-Bazán asegura que todos los años Camposol tratará de desarrollar una nueva variedad que supere a la anterior.

En el camino, se espera posicionar al arándano como el principal snack natural de Perú. Al igual que en EE.UU., el objetivo final de Camposol es que los frutos puedan adquirirse en gasolineras, cines, eventos deportivos, entre otros. “Los blueberries son alimentos con propiedades organolépticas y sobre todo, los antioxidantes que poseen son efectivos para combatir el cáncer”, afirma Gómez-Bazán.

Además, en líneas generales, el directivo asevera que los arándanos cumplen con tres características que muchos consumidores perciben en los alimentos ideales: son saludables, frescos y convenientes. A nivel internacional, esta visión les ha permitido potenciar campañas de marketing en EE.UU. dirigidas al sector educativo.

El objetivo es impulsar la alimentación saludable en escuelas de educación primaria a través del consumo de arándanos. Es una apuesta importante, porque la potencia norteamericana ocupa el 55% del mercado de arándano peruano. Un logro que hace solo dos décadas habría sido impensable.

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