La crisis de la agroalimentación se agrava tras siete meses de guerra en Ucrania
La invasión rusa, el 24 de febrero, desató las alarmas en el comercio mundial agrícola y ¡, a fecha de hoy, fuentes del sector agrario español concluyen, en declaraciones a Efeagro, que muchos de aquellos temores del inicio de la guerra han confirmado, aunque de momento hay oferta.
En España el impacto se nota en el bolsillo de los ciudadanos al pagar la comida como consecuencia de la inflación y del coste de los cereales, los fertilizantes o de la energía.
Pero en otras zonas latitudes escasean los alimentos por la guerra entre dos grandes productores -Rusia y Ucrania- y por las catástrofes naturales, tal y como han alertado esta semana la ONU, el Fondo Monetario Internacional y otros organismos.
En Bruselas, los ministros de Agricultura de la Unión Europea (UE) debatirán el lunes sobre Ucrania y el funcionamiento de las rutas marítimas por las que exporta los cereales.
Balance agrario
El director de Cooperativas Agroalimentarias, Gabriel Trenzado, afirma que se han cumplido los pronósticos de hace siete meses sobre la inflación, pero «no ha habido el impacto catastrófico que se temía» en la oferta.
No obstante, ha apuntado que ese peligro sigue existiendo, por otros factores como la sequía, que va a mermar las cosechas y añadirá presión sobre los mercados.
Las organizaciones agrarias, los comerciantes y las cooperativas coinciden en que el alza de costes agrarios ya venía de antes del conflicto.
Pero la guerra «ha colmado el vaso», según el secretario general de la patronal de comerciantes Accoe, José Manuel Álvarez, quien opina que si no hubiera habido invasión rusa la «tensión» en las cotizaciones del grano no hubiera durado tantos meses.
El director técnico de COAG, José Luis Miguel, ha señalado que a finales de 2021 el campo español registraba un incremento de costes interanual del 30 % mientras que ahora ese indicador se eleva al 40 %, lo que prueba que la crisis «venía de atrás».
Hueco de Ucrania y Rusia
Ucrania es el primer proveedor de maíz de España y el cuarto exportador mundial, mientras que Rusia es el segundo exportador global de trigo (contando la UE como bloque en primer lugar) y Ucrania el quinto.
España es deficitaria en cereales, soja para piensos y en girasol, cultivo que Ucrania lidera a nivel mundial.
Ante el hueco que dejó Ucrania, España recurrió a otros orígenes como Brasil o EEUU.
Los informes internacionales señalan que hay una «producción mundial más que suficiente» de cereal, pero el problema de desabastecimiento lo tienen los países que no pueden pagar grano más caro, ha opinado Álvarez.
Entre los clientes del cereal de Rusia y de Ucrania destacan naciones de África y Oriente Medio.
Menos siembras y cierre de granjas
La prolongación de la guerra genera dudas sobre el futuro de la producción española.
El director de Relaciones Internacionales de la organización agraria Asaja, Ignacio López, asegura que las consecuencias «se han agudizado» y que el conflicto ha dado «la puntilla» al productor, que tampoco ha visto subir sus remuneraciones pese a que los ciudadanos compran la comida más cara.
López menciona el abandono de explotaciones y la necesidad de muchos ganaderos de sacrificar sus animales.
Esta circunstancia puede rebajar las cosechas de 2023, lo que López suma a las dudas de muchos agricultores sobre si sembrar o no por el clima o por la incertidumbre sobre la normativa de la futura Política Agrícola Común (PAC).
El representante de COAG también ha citado la reducción de abonos en el campo, como consecuencia de sus precios, mientras que en producciones más intensivas como las de hortalizas aumenta «el riesgo financiero».
¿Cómo se adapta el campo?
López ha señalado que los agricultores se han adaptado como han podido, ajustando sus gastos a estos siete meses en los que sus facturas se han «triplicado» y reorientando sus cultivos a aquellos que requieren menos agua.
Las empresas agrícolas buscan otros proveedores para abastecerse de materias primas pero, apunta el director de Cooperativas, no es fácil cambiar de un año para otro de suministrador tradicional, como tampoco lo es adaptar las explotaciones al uso de energías renovables.
«Esta experiencia provocará que los planes estratégicos de las empresas cambien en el futuro», según Trenzado, en alusión a que no podrán contar con la misma previsión de abastecimiento de cereal o energético.
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