Renovación genética, una clave para la competitividad

Juan Ignacio Allende, gerente de Hortifrut, recalca que si en Chile no se avanza más rápido hacia la incorporación de las variedades más modernas, significará perder fuerza ante competidores que ya las están utilizando.   

Patricia Vildósola Errázuriz  

Si bien Chile ha invertido fuerte en nuevas plantaciones, el tema de la renovación genética, pensada como aquella que apuesta por las variedades más nuevas que aparecen en el mercado, no está todavía incorporado en las estrategias de la mayoría de los productores.

Sin embargo, para responder a las distintas demandas es crucial, especialmente considerando la creciente competencia que aparece en los mercados globales y la fuerza y modernidad con que crecen los otros actores.

«Si no se está a la vanguardia, poniendo las más modernas y las más productivas, se arriesga pérdida de competitividad», explica Juan Ignacio Allende, gerente general de Hortifrut.

El especialista insiste en que eso es lo que permite responder en forma más equilibrada a las demandas de productores y de consumidores, desde donde están apareciendo constantemente nuevos requerimientos, los que no siempre son los mismos. «Si, por ejemplo, una variedad en el tema de la calidad es fantástica, si no es productiva -y entrega muchos kilos por hectárea- no funciona mucho para el productor. Entonces, lo vamos combinando. Y un tercer factor es que sea rápida, es decir, que entre en producción antes», recalca.

Menciona que una de las tendencias es que las distintas variedades se van a empezar a vender cada vez más por calibres, lo que antes no pasaba. «Las variedades nuevas permiten tener mejores calibres. El que no lo entienda va a estar en problema en el corto o mediano plazo. Porque cada vez va a haber una menor demanda por las variedades públicas y una mayor por las nuevas que están en manos de muy pocas empresas… Creo que Chile tiene que apurarse en eso», insiste.

La importancia de lo anterior, explica Allende, es que en el mercado internacional están apareciendo muchos competidores, los que al haber comenzado a plantar hace menos tiempo utilizan las variedades de última generación, lo cual implica una ventaja. «Es diferenciarse. Si eso no se hace en Chile se va a tener problemas… Pero el que lo haga va a tener un producto distinto. Todo el mundo va a querer comprar la fruta de esa variedad», insiste.

Comercializar la fruta de variedades nuevas no debiera ser complejo, ya que estas están, en general, pensadas en satisfacer las demandas del consumidor.

«El consumidor va a encontrar una especie que es más rica de comer, que le gusta más, y empezará a buscar eso, y las antiguas se van a ir dejando de lado y se van estrechando los mercados a los que puede acceder… Cuando uno en su programa genético encuentra una variedad que cumple ciertas características mejoradas, luego tendrá que hacer un trabajo de marketing, pero en general la receptividad es súper alta ante una nueva variedad… La reacción del consumidor es como inmediata, encuentran algo que les gusta y comienzan a consumirlo. Y eso se refleja en el precio».

Por lo mismo, el ejecutivo considera que es poco probable que se produzcan equivocaciones en la selección de una variedad desde el punto de vista comercial, «debido a que esta bastante claro lo que el mercado quiere en cada parte del mercado».

Sin embargo, donde sí pueden ocurrir errores es desde el punto de vista productivo.

«Puede que no funcione en todas partes o que algunas sean susceptibles a ciertas enfermedades. Por eso las variedades, antes de patentarlas, hay que sacarlas a terreno, probarlas muy bien en distintos ambientes y zonas. Nosotros no patentamos hasta que vemos que se está comportando bien», enfatiza.

Reconoce que están haciendo un recambio importante, porque están conscientes de que en el mediano plazo se vendrá una competencia creciente de distintos orígenes.

Un jardín de variedades

Por lo trascendente del tema es que en HortiFrut tienen un programa de desarrollo propio de variedades en arándanos y otro en frambuesa y mora, donde lo que se busca es precisamente contar con plantas que sirvan para las distintas zonas del país y también para los diferentes requerimientos de los mercados, tales como tamaños, dulzura o crocancia.

En la actualidad ya tienen cuatro variedades de arándano patentadas, para uso de los socios y los productores que comercializan con la empresa. Una es daybreak, temprana con poca horas de frío, desarrolladas para la zona que va desde Curicó-Cauquenes al norte. Otra es bliss, más tardía, muy productiva, para zonas más del sur hasta Los Ángeles. Por lo nuevas, estas variedades todavía no se están plantando a gran escala.

Si bien desarrollar una variedad toma cerca de 10 años, pues primero los genetistas la desarrollan en el laboratorio; luego son trasladadas a campos en pequeñas parcelas para probar cómo se comportan en las condiciones de exterior; y solo después se comienzan a plantar en forma comercial, Allende estima que este proceso se irá volviendo cada vez más rápido.

«Se está utilizando la última tecnología a nivel mundial en lo que a cruzamientos se refiere para acelerar lo más posible la selección de mejores variedades», explica.

Para sus desarrollos, en Hortifrut, una vez que una variedad sale del laboratorio, se planta en sus distintos jardines, los cuales tienen en Marruecos, Perú, Argentina, España y California.

«Esto es algo que ningún competidor puede decir o hacer… porque hay programas genéticos muy buenos, pero no están en una sola mano desde el punto de vista comercial. Por lo tanto, no tiene continuidad a lo largo del año», explica.

Gustos según región

Allende insiste en la importancia de trabajar con distintas variedades, porque los consumidores tienen gustos muy diferentes.

«Por ejemplo, al japonés no le gusta mucho la fruta muy grande. En el norte de Europa les gusta un arándano un poco más ácido, aunque tiene que tener también algo de dulzor. Hay otros, como el chino, al que les gusta calibre grande y fruta dulce. Ellos no nacieron comiendo arándanos como la gente de la costa noreste de EE.UU., Canadá, o el norte de Europa, donde la prefieren un poco más ácida. Algunos prefieren fruta súper firme, crujiente, pero no tan dulce».

En su programa de desarrollo van tomando en cuenta eso. Por ello vamos seleccionando, entendiendo que en el mercado existen demandas por distintas características.

Fuente: Revista del Campo. El Mercurio. 

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