Una alternativa para mejorar resultados

En fruticultura, las distintas modalidades de la tecnología, permiten enfrentar los vaivenes del clima -calor, frío, lluvia y granizo-, mejorando además los resultados productivos y económicos. Crece su uso en cerezos, arándanos, manzanos y kiwis.

Los efectos del cambio climático y la necesidad de contar con productos que satisfagan las exigencias de los mercados internacionales han llevado al desarrollo de nuevas alternativas tecnológicas que permitan enfrentar los vaivenes del clima -calor, frío, lluvia, granizo- y no perder e incluso mejorar los resultados productivos. Entre las más destacadas, por lejos, aparecen las coberturas y mallas de distintos tipos, las que pese a su alto costo inicial -se estima que fluctúan entre US$ 14.000 y US$ 20.000 por hectárea-, permitirían aumentar de forma considerable la rentabilidad de los huertos.

De hecho, en países como Nueva Zelandia e Italia su uso lleva varios años. En el país europeo, por ejemplo, una proporción superior al 70% de los huertos de vid las utilizan, realidad muy diferente a la que se da en Chile, donde en la actualidad ese porcentaje no supera el 5%.

En esta materia existen distintas alternativas de cobertura, la cuales tienen diversos beneficios y resultados. Una de las más modernas, y que lleva poco tiempo en Chile, son los macrotúneles, estructuras de gran tamaño, que cuentan con tuberías de acero galvanizado y plástico de polietileno de alta durabilidad.

Si bien en el mundo hay alrededor de 4 mil hectáreas de macrotúneles, en Chile solo existen unos cuantos cientos de hectáreas. Una de las razones de esto es su alto valor, el cual puede partir en US$ 40.000 y llegar a más de US$ 200.000 por hectárea, en el caso de que el macrotúnel sea full automatizado y cuente con sistemas de ventilación de techo y lateral, y motores eléctricos.

Estas herramientas son cada vez más utilizadas en distintas especies, entre ellas uvas, cerezas, arándanos y manzanos, aunque en cada una cumple distintos objetivos.

EN CEREZOS, DEPENDE DEL RIESGO

Así, por ejemplo, una de las especies donde más se están utilizando en Chile es la cereza. En la actualidad, de las cerca de 30 mil hectáreas de cerezos plantados en el país, alrededor del 10% cuenta con alguna herramienta de protección, especialmente coberturas plásticas.

Junto con el avance del cultivo hacia zonas como las regiones del Biobío, La Araucanía e incluso otras de más al sur, los productores han tenido que aprender a convivir de manera permanente con eventos como las lluvias, las heladas y los vientos. En ese contexto, las coberturas se han transformado en una excelente arma para disminuir los riesgos e incluso mejorar la producción.

Juan Pablo Subercaseaux, académico de la Universidad Católica, explica que «la mayoría de las plantaciones de cerezos en Chile no tienen cobertura, lo que lleva a que la producción varíe mucho entre un huerto y otro. En el caso de las lluvias, el uso de cobertura aparece como fundamental, ya que evita el cracking o ruptura de la cereza y, a la vez, permite salvar una parte importante de la cosecha«.

Aun con esos resultados, los expertos recomiendan instalar coberturas solo en zonas donde realmente se requiera; es decir, donde existan riegos reales de que se produzcan eventos climáticos en momentos de alta sensibilidad para el cultivo.

«A mi juicio, desde la Región del Biobío a Aysén no debiera haber proyecto grande que no considere la instalación de coberturas de plástico«, asegura Daniel Vieira, director de Chilecerezas.

Sin embargo, Juan Pablo Subercaseaux insiste en que es importante realizar una evaluación riesgo-costo.

«No puedo concebir una plantación sin calcular si vale la pena ponerlo o no. No vale la pena colocar techo en una zona donde las probabilidades de lluvia son bajas, menos si el gasto se empina por sobre los US$ 20.000 por hectárea«.

José Flores, productor de la zona de Rauco, en la Región del Maule, es uno de los usuarios de esta tecnología. Aunque solo posee una hectárea en cerezos (royal down y lapins), el tiempo de trabajo le ha permitido sacar conclusiones respecto de su funcionamiento.

«Esta es nuestra tercera temporada con macrotúneles en cerezas y puedo decir que la inversión es demasiado alta para los beneficios que se obtienen«, indica.

Su apuesta -al igual como lo ha hecho en arándanos, donde posee nueve hectáreas bajo macrotúneles- era mediante el uso de esta tecnología lograr adelantar algunas semanas la cosecha. Sin embargo, las expectativas no se han cumplido del todo, debido a que los adelantos logrados apenas llegan a una semana, tiempo insuficiente para lograr una ventaja comercial.

ARÁNDANOS CON CALIDAD HOMOGÉNEA

En arándanos, donde la tecnología más utilizada es la de los macrotúneles, la experiencia en Chile también ha sido positiva aunque ha demostrado que hay que preocuparse de la temperatura al interior, ya que esta y la ventilación debe regularse, a partir del clima que exista en el exterior.

«Los macrotúneles (abiertos o cerrados) permiten una mayor suma térmica a medida que se acerca la cosecha, que es lo que se busca para adelantar la entrada en producción«, planteó la académica de la Pontificia Universidad Católica, Pilar Bañados en el seminario de «Fruticultura Protegida», organizado por el INIA y Subsole.

En el sector está instalada la idea de que el uso de estas herramientas permite aumentar el volumen de producción entre 30% y 40%, adelantar la cosecha, y desarrollar labores agrícolas sin importar las condiciones climáticas.

A esto se agrega la consecución de una calidad homogénea de la fruta temporada tras temporada, algo que por estos días es muy valorado por las exportadoras y los mercados internacionales.

«Mi experiencia con esta tecnología ha sido buena«, enfatiza el productor José Miguel Izquierdo, quien comenzó hace cuatro temporadas con solo una hectárea, pero los buenos resultados lo han llevado a aumentar a 10 sus hectáreas cubiertas con macrotúneles.

«La decisión de instalar los túneles pasó porque teníamos variedades tempranas y queríamos anticiparlas un poco. Lo cierto es que, dependiendo de las variedades y las condiciones de la temporada, la cosecha se puede llegar a adelantar hasta en un mes. De hecho, las que más se adelantan son las variedades tempranas, que tienen bajo requerimiento de frío. Nosotros, por ejemplo, partimos la cosecha en septiembre«, comenta.

José Miguel Izquierdo reconoce que esta no es una inversión barata, aunque vale la pena.

«La planta crece mejor dentro del macrotúnel, debido a que los plásticos tienen filtro UV, lo que potencia el crecimiento vegetativo. Por lo mismo, la calidad de la fruta también es mejor. Además, se puede cosechar cuando está lloviendo«, indica.

10% de la superficie de cerezas del país utilizaría coberturas plásticas.

Fuente: Revista del Campo

 

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