Berries mexicanos: un campo de oportunidades

Por Miguel Ángel Curiel, colaborador de México Business y Gerente General de Driscoll's México.

Miguel Ángel Curiel, Gerente General de Driscoll’s México.

El año 2020 se caracterizó por un hecho inédito, una emergencia de salud global provocada por el COVID-19 que tuvo un impacto significativo en todos los aspectos de nuestra vida y, naturalmente, en los diferentes sectores económicos del país, aspectos de los cuales discutiré en más profundidad a lo largo de esta reflexión.

En el caso del sector agroalimentario, nos enfrentamos a múltiples retos: por un lado, mantener nuestras actividades para no interrumpir la cadena alimentaria, entendiendo nuestra responsabilidad como actividad imprescindible y reafirmando nuestro compromiso por garantizar una alimentación sana y nutritiva, especialmente durante una época en la que una dieta equilibrada que ayude a proteger el sistema inmunológico de amenazas externas se volvió aún más relevante. Por otro lado, tuvimos que reforzar y redoblar nuestros esfuerzos para priorizar la salud, la integridad y el bienestar de todas aquellas personas que desarrollan actividades a lo largo de la cadena de suministro; nuestro compromiso de cuidar a quienes nos ayudan a llevar los alimentos más saludables a nuestras mesas es la columna vertebral de nuestras operaciones.

A pesar de ello, la industria agroalimentaria demostró no solo su capacidad para afrontar grandes retos, sino la posibilidad de salir aún más fuerte de esta crisis. En este sentido, y como lo evidencian los datos del Sistema de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), el año pasado el sector agropecuario produjo 262.5 millones de toneladas de alimentos (91.2 por ciento del total) con un valor de MX $ 675.25 mil millones (US $ 32 mil millones) (56,3 por ciento). Además, debido a la convergencia de los recursos naturales, la disposición geográfica y una gran diversidad de trabajadores agrícolas, México ocupa el puesto 11 en el mundo en producción.

Creciendo más fuerte creciendo juntos

Los mexicanos siempre se han caracterizado por ser capaces de enfrentar las situaciones más adversas, probablemente en parte por nuestra gran capacidad creativa y nuestra voluntad natural de trabajar juntos en beneficio de nuestras familias. Por lo tanto, no me sorprende que los productores mexicanos demostraran una fuerza vigorosa que resultó en que el sector agroalimentario fuera la única industria que registró un desempeño positivo en 2020, creciendo 2.7 por ciento en un año en el que la economía general se contrajo 9.8 por ciento. Aunque el número puede parecer pequeño, es significativo si se consideran las contracciones observadas dentro de la industria (-12,2 por ciento) y los servicios (-8,6 por ciento).

México es una potencia agroexportadora, de eso no hay duda. Y no es solo porque tengamos un excedente de alimentos de mil millones de dólares, o una extensa red de 13 acuerdos de libre comercio con 52 naciones que nos permitan llegar a 1,352 mil millones de personas en todo el mundo. No, nuestra fuerza está en las personas, en la dedicación que ponen en su trabajo para poder llevar los mejores productos a millones de mesas, siempre con la certeza de que cada producto viene con garantía de calidad.

La industria de los berries es un claro ejemplo de ello. Gracias a la dedicación de los campesinos y la excelencia en su trabajo, hemos logrado convertir los berries en el tercer producto agroalimentario más exportado del país, solo después de la cerveza y el aguacate. Esto le ha permitido a México posicionarse como el país No. 3 en mayor cantidad de exportaciones de este producto, con una participación de mercado de 11.8 por ciento, generando un valor de US $ 2,62 mil millones, lo que representa una gran oportunidad para hacer nuestra parte y compartir esquemas de desarrollo con y para la comunidad, a la que le debemos nuestra industria.

Promoción de oportunidades para todos

El sector agrícola siempre ha ofrecido oportunidades de desarrollo y se espera que continúe haciéndolo en los próximos años. Sin duda, para mejorar el bienestar de la industria y lograr un crecimiento económico compartido, el foco central deben ser los trabajadores agrícolas y sus familias, quienes a menudo son olvidados. La agroindustria tiene un futuro prometedor y genera alrededor de 7 millones de empleos en México. Debemos seguir caminando con paso firme hacia la construcción de un campo próspero que asegure las mejores condiciones para todos aquellos trabajadores que han contribuido a posicionar a México en el lugar que se ha ganado; para ponerlos en el centro de la estrategia, ya que son el núcleo de nuestras actividades diarias.

No tengo ninguna duda, querido lector, de que debemos mirar hacia nuestras comunidades, velar por su bienestar, ya que su fortalecimiento contribuye al desarrollo compartido. Para ello, es fundamental que sigamos construyendo puentes que contribuyan a la sinergia entre el sector privado, las autoridades de los tres niveles de gobierno, la academia y la sociedad civil, de tal manera que a través de una colaboración cercana, responsable, comprometida y transparente, podemos seguir contribuyendo a hacer del empleo agrícola una alternativa viable y real para nuestra gente.

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