Cómo África puede beneficiarse de un sector agrícola fuerte

Un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación sostiene que los gobiernos africanos deben invertir más en sus sectores agrícolas para promover el crecimiento, crear puestos de trabajo y reducir la pobreza.

Los economistas han reconocido desde hace mucho tiempo la importancia de invertir en la agricultura, ya que el sector es potencialmente un motor para el crecimiento, la creación de empleo y la reducción de la pobreza.

Los estudios específicos de países, para Etiopía y Ghana, por ejemplo, también han enfatizado cómo la provisión de bienes y servicios públicos en la agricultura tiene un impacto sustancial tanto en la productividad agrícola como en el bienestar rural.

La inversión pública en agricultura es importante por dos razones fundamentales. Primero, la evidencia ha demostrado que hacerlo es particularmente efectivo para reducir la pobreza. En segundo lugar, es fundamental para abordar las fallas del mercado, como la falta de infraestructura e investigación y desarrollo, que son importantes limitaciones para el crecimiento del sector.

En países con recursos limitados donde la agricultura es fundamental para la economía, es particularmente importante que se asignen suficientes recursos al sector. En los países africanos, aumentar el volumen del gasto público en agricultura es una forma fundamental de impulsar la productividad y reducir la pobreza.

La evidencia de transformaciones agrícolas exitosas en 12 economías asiáticas encontró que durante sus períodos de alto crecimiento agrícola (‘Revolución Verde’), dedicaron aproximadamente el 10% del gasto público total a la agricultura.

Tendencias en el gasto

Análisis de varios países del África subsahariana ha encontrado que el gasto público total en alimentación y agricultura entre 2004 y 2018 promedió alrededor del 6%, por debajo del objetivo del 10% de la Declaración de Maputo.

El gasto público en alimentación y agricultura aumentó rápidamente (aproximadamente un 13% en promedio) entre 2004 y 2018, y ocho de los 13 países estudiados experimentaron un crecimiento de dos dígitos en sus presupuestos para la alimentación y la agricultura.

Sin embargo, al considerar la inflación, la depreciación de la moneda y los factores demográficos, este crecimiento fue mucho más modesto, aproximadamente un 5% en promedio.

En Ghana y Tanzania, el gasto en agricultura (en términos reales) incluso experimentó un crecimiento negativo.

Con el rápido crecimiento de la población y las economías nacionales que experimentan una alta inflación y una rápida depreciación de la moneda, que encarece los insumos importados, como los fertilizantes, se necesitan más recursos para lograr un crecimiento sostenido del gasto real en alimentación y agricultura per cápita.

A pesar de los aumentos en los presupuestos nominales, la proporción media del gasto real asignado a la alimentación y la agricultura durante el período de estudio fue inferior al 10% para la gran mayoría de los países.

Ejecución presupuestaria Las tasas de ejecución del gasto público (el porcentaje de los fondos presupuestados que se gastan) han sido durante mucho tiempo un área de preocupación, especialmente para inversiones de capital como infraestructura.

Algunos estudios han revelado que abordar las bajas tasas de ejecución del gasto general en infraestructura en África podría aumentar el gasto en un promedio del 50% sin recursos presupuestados adicionales.

Estas bajas tasas de ejecución a menudo se atribuyen a una planificación deficiente, deficiencias en la preparación de proyectos y demoras en las adquisiciones. Una de las razones del bajo gasto en agricultura es que el dinero se desembolsa con demasiada lentitud y, por lo tanto, no se gasta.

La tasa de ejecución promedio del gasto en alimentación y agricultura fue del 79% durante el período de estudio, lo que significa que, en promedio, el 21% del presupuesto se dejó sin gastar en todos los países, lo que socavó las inversiones transformadoras.

Esto se debe a una dependencia excesiva de los proyectos financiados por donantes, retrasos en la liberación de fondos, una falta de alineación entre la liberación de fondos y la naturaleza estacional del sector agrícola, y una serie de proyectos que resultaron difíciles de planificar.

La financiación de los donantes también es un importante contribuyente al sector agrícola. En promedio, el 36% de los presupuestos africanos en agricultura se compone de contribuciones de donantes, que a menudo tienen una mayor proporción de fondos de proyectos no utilizados. La diferencia entre las tasas de ejecución nacionales y las de los donantes se puede explicar por al menos tres factores.

En primer lugar, los sueldos, salarios y otros gastos recurrentes suelen ser más predecibles y suelen financiarse con fuentes nacionales en lugar de gastos financiados por donantes. Este último financia principalmente gastos de capital, que son más difíciles de implementar y están más expuestos a cambios abruptos.

En segundo lugar, los proyectos de inversión (financiados principalmente por donantes) pueden requerir la aprobación legislativa, incluso cuando se han presupuestado los recursos. Es posible que los planes de adquisiciones no se redacten antes de que los presupuestos estén disponibles, lo que retrasa la ejecución de los proyectos y socava la ejecución de los gastos por parte de los donantes.

En tercer lugar, los programas financiados por donantes tienden a ser grandes y requieren que los gobiernos cumplan con reglas específicas de gestión de proyectos, lo que agrega una capa de complejidad a su implementación.

Soluciones

Se sugieren varias soluciones. Primero, aumentar la proximidad de los formuladores de políticas a sus beneficiarios a través de la descentralización podría conducir a una mejor alineación de las políticas locales con las necesidades de los interesados, especialmente entre las personas más pobres, así como a reducir la corrupción y fortalecer la rendición de cuentas entre las autoridades locales.

En segundo lugar, los recursos deben orientarse hacia áreas con altos niveles de pobreza y cierto potencial agrícola, donde los gastos adicionales pueden tener un mayor impacto en la reducción de la pobreza y aumentar el rendimiento agrícola, en lugar de apuntar a áreas con alto potencial agrícola en lugar de aquellas con altos niveles de pobreza.

El enfoque debe cambiar a cómo se gastan los presupuestos. Un mejor seguimiento del gasto público es más imperativo que nunca a medida que los países luchan contra la pandemia de COVID-19 en curso y sus efectos en la alimentación y la agricultura.

Es importante eliminar los cuellos de botella creados por el acceso lento a los fondos, los pronósticos de ingresos inexactos y los procedimientos complicados para la implementación de proyectos, ya que todo esto puede retrasar el desarrollo agrícola de un país. Estos problemas pueden mitigarse monitoreando regularmente el gasto público y mejorando la capacidad local para administrar y ejecutar fondos.

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