“Sí, hay que escuchar”

Como una experiencia estimulante, motivadora y desafiante califica Héctor Luján su llegada a Hortifrut como gerente general de la gigante global. En estos meses su misión ha sido empaparse del espíritu de la empresa, de su historia y del modelo de negocio único que caracteriza a la organización verticalmente integrada, el que “asegura que el producto que llevamos al consumidor cumpla con sus necesidades y también que vaya integrándose de manera adecuada a toda la cadena, desde los productores, la gente que trabaja en el campo, las cadenas comerciales y de suministro, trabajando todos de la mano”, comenta el CEO.
Para Luján la etapa de transición ha sido clave para lograr este objetivo. Ha estado acompañado de la experiencia de Juan Ignacio Allende, gerente general que dejó su cargo y quien hoy continua vinculado a la empresa como consejero. “He recibido sus consejos en ciertas áreas, entendiendo el compromiso y gran cariño que tiene por la compañía, por el negocio y la gente que está dentro de Hortifrut. Quiero que sigamos avanzando, que sigamos teniendo éxito, y que sea un espacio de desarrollo profesional en donde la gente quiera venir a trabajar, se divierta, vea oportunidades, desarrolle su pasión y caminemos de la mano”, agrega.
Y es que su llegada ha sido también estratégica. Héctor Luján es mexicano, tiene más de 28 años de experiencia en la industria agrícola y 22 años específicamente en el sector de berries, conoció a Víctor Moller, quien reconoce como pionero de la industria, y a su hijo Nicolás. Su trayectoria incluye la dirección y gestión de operaciones globales, el liderazgo de equipos multidisciplinarios, que le ha permitido desarrollar exitosamente la industria en Norteamérica, Europa y Asia.
¿Cuál es tu mirada respecto a los berries durante los próximos años?
“Veníamos de años de un crecimiento sostenido, muy fuerte. También venimos de dos años de una compresión de margen, con una inflación elevada a nivel mundial que ha afectado en el costo de producción y en la distribución. El mercado ha seguido creciendo, pero la inflación creció más rápido e impactó sobre la demanda que hubo por el producto, que no fue suficiente para mitigar el valor en estos últimos años. Hoy en día yo creo que la inflación ya está un poco más controlada, hay un ambiente más estable, sin embargo la oferta todavía no se ha ajustado en todo.
Por otro lado, han entrado nuevos competidores, algunos disruptivos, otros que se han consolidado, pero creo que debe haber un ordenamiento en la industria sobre la calidad de producto, ya que las exigencias son mayores. Lo vemos en mercados nuevos como los que se han abierto en Asia, hacia China, en donde se entró con variedades genéticas premium, y que ha traído un crecimiento bastante acelerado, con un valor de producto muy interesante, por lo que como industria debemos estar a la altura de la calidad a través del recambio varietal, que en los próximos años permitirá ajustar la valorización total del producto, sobre todo en el caso de los arándanos, en donde el mismo consumidor es más exigente. Lo mismo ocurre hoy en Europa”.
¿Qué pasa con los otros berries?
“Con la frambuesa y la zarzamora vemos también grandes oportunidades con la genética que tenemos hoy, que en cuestión de sabor están ya en primera línea y con gran aceptación en el mercado. La zarzamora ha reenamorado al consumidor cuando está en el sabor de la fruta, lo mismo con la frambuesa y creo que ahí tenemos grandes oportunidades también. Sin embargo, los costos a nivel de producción en diferentes países han sufrido y se resienten en muchos lados, por lo que estamos trabajamos de la mano con los productores para salir adelante y posicionarnos sustentablemente en toda la cadena.
El consumidor ve el producto final y nosotros debemos asegurar que pueda durar al menos cinco días en el refrigerador para consumirlo de una manera aceptable. En ese sentido la nueva genética permite poder satisfacer esa necesidad. El arándano de ciertos países como Perú o Chile tiene la dicha de ir a diferentes continentes a través de la vía marítima y llegar de una manera adecuada. Eso no lo tiene la frambuesa y la zarzamora, que tienen que estar más cerca del mercado de destino y para nosotros es importante asegurar esa calidad y experiencia en el consumidor”.
Bajo esta mirada ¿Cómo Hortifrut busca asegurar esa calidad produciendo en tantos países distintos?
“Es un desafío también para tus programas genéticos, porque tienes que desarrollar necesidades para ciertos mercados. Muchas veces calificamos una variedad por cómo nos sabe a nosotros. Sin embargo, con el tiempo he aprendido que muchas veces tú eres juez de lo tuyo ¿no? Y el peor error que podemos hacer y que se ha cometido a veces es interpretar cuál es el sabor adecuado para cada mercado, y eso no es necesariamente así. Lo vemos incluso en la frutilla. En Europa tiene un sabor muy diferente a la de América, y muchas veces se quiso establecer la frutilla de las variedades de Norteamérica como la frutilla que se mandaba a Europa y allá no tenía una buena aceptación. Lo mismo ocurre con el arándano, en donde hay necesidades inclusive de presentación. En Asia les gusta el tamaño grande al igual que en Norteamérica. Los sabores en China son un poco más hacia los azúcares, en Norteamérica se busca un balance entre acidez y dulzura, en ambos hay un gusto por el crunch. En Europa pasa algo distinto. El tamaño de la fruta no lo ven tan importante y la prefieren mediana porque a su consumidor le gusta la cantidad en la presentación. Entonces sí, hay que escuchar”.
¿Qué lugar ocupa entonces la programación de los envíos a los destinos?
“Cuando hacemos nuestra selección, la planeación estratégica conlleva hacerla por mercado, por variedades, identificando las necesidades específicas de cada uno de ellos y obviamente hay que lidiar con lo que la naturaleza y el campo nos da año a año. Sin embargo, segmentamos nuestras plantaciones por variedades y pensando en los mercados a los que vamos a ir. Así lo hacemos con nuestras plantaciones en Perú y hoy en día con el recambio que estamos haciendo en Chile, Europa y Marruecos, que es más para el mercado europeo; México está más centralizado en el mercado norteamericano.
Estamos buscando cómo satisfacer esas necesidades, recibir la información de los mercados y uno de los grandes beneficios de Hortifrut es que nuestras plataformas comerciales están en todos ellos, tenemos contacto con más de 500 clientes a nivel mundial, donde podemos tener estas conversaciones y podemos recibir feedback, para así poder entrar a los consumidores”.
Interesante lo que planteas, porque es un tremendo desafío para tu gestión…
“Sí, pero aquí lo importante es cómo transmitimos esta información a nuestra misma gente y creo que ahí es donde veo también el espíritu de Hortifrut de aprender y de transmitir la pasión por el negocio, por la agricultura y por el producto. Son 23.000 colaboradores que tenemos en todo el mundo, alineados en una misma visión que compartimos. Entonces, si podemos asegurar eso en un momento dado sé que logramos el objetivo y ese es el motor que nos lleva hacia un futuro cada vez más prometedor”.
Una industria cambiante
¿Cómo se transfiere al mundo y al consumidor final el desarrollo que ha tenido esta industria a lo largo del tiempo?
“Creo que un gran desafío para nosotros en el futuro es cómo contamos nuestra historia adecuadamente. El campo tiene grandes historias, también la genética, lo que hacemos en los mercados, tenemos una gran historia como industria que no necesariamente la hemos contado y ese es un gran desafío. Poder contar nuestra historia de todo lo que se hace en el campo para poder llevar ese alimento tan nutritivo al consumidor, al anaquel todos los días, buscando el progreso de las comunidades en las que trabajamos, ofreciendo empleo, beneficios sociales, es importante. Nosotros en Perú, en Marruecos, tenemos proyectos donde hemos trabajado de la mano con el gobierno, en donde hemos hecho guarderías, mejorado hospitales, apoyado programas deportivos que permiten a los jóvenes mantenerse activos y brindan oportunidades de desarrollo. Entonces hemos buscado cómo ir levantando esa estructura y el desafío es contar las cosas buenas que hacemos y corregir aquellas en donde podemos mejorar”.
¿Cómo mantener estos objetivos en una industria cambiante?
“Creo que la claridad de la misión y de la visión de lo que queremos hacer es lo que debe predominar. La calidad y el berry guían nuestras acciones. Creo que son grandes retos, porque vivimos en una industria en la que el cambio es la norma y tienes que adaptarte sin sacrificar esta mirada y buscando incluso mejorar el objetivo y la misión”.
¿Qué lugar ocupan las personas en la concreción de los objetivos que mencionas?
“La gente que se dedica a este negocio, que es exitosa, es aquella gente apasionada, que realmente lo ve como algo más que un trabajo, como un estilo de vida, con una dedicación que te estimula. Y creo que en Hortifrut tenemos mucha gente que ayuda a que los objetivos se cumplan y lo hacen con convicción, entendiendo el trabajo en equipo y la responsabilidad que tenemos en toda la cadena, que no se limita a las familias que son parte de nuestra organización, sino que se multiplica a toda la comunidad que gira entorno a ellas y a sus países. Ese contacto es algo que me estimula mucho, más a veces que estar en una sala de consejo viendo solo los estados financieros. En Hortifrut tengo la oportunidad de aprender tanto de tantos productores que tenemos alrededor y de todas las geografías. Tenemos un lenguaje común cuando vas al campo y cuando vemos también las necesidades de mercado. Entonces es muy bonito el negocio, ya que buscamos el éxito compartido desde la cadena comercial hasta el trabajador del campo”.
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