¿Qué hacer frente a esta guerra?

La madrugada del viernes 13 de junio una noticia conmocionó al mundo. Israel lanzó ataques contra Irán profundizando aún más la crisis del Medio Oriente y generado una escalada de guerra entre ambos países, emergiendo como un nuevo vector de incertidumbre en el escenario internacional y desplazando a los aranceles comerciales como principal factor que influye en la política económica global.
Esta escalada bélica tiene profundas implicaciones en la inflación, las políticas de los bancos centrales y la dinámica de los mercados financieros, porque las nuevas tensiones en Oriente Medio provocan una rápida revalorización del petróleo, en particular del barril de Brent, llevando el precio a cerca de USD73, con pronósticos que sugieren que podría alcanzar los USD120 o USD130 en escenarios de interrupciones en el tráfico del Estrecho de Ormuz, por donde circula aproximadamente una cuarta parte del petróleo mundial.
¿Puede escalar?
La probabilidad de que la tensión en Oriente Medio se convierta en un conflicto de mayor envergadura es incierta. Expertos como los analistas de JP Morgan e ING advierten que, en un escenario extremo, las interrupciones en la región de Ormuz podrían desencadenar un aumento sustancial en los precios de la energía, afectando directamente a la economía global.
La situación aún es manejable y una escalada significativa requeriría un aumento en la intensidad de las hostilidades. No obstante, la intervención de EEUU u otros actores o la intensificación de estas tensiones puede prolongar el escenario de volatilidad, afectando la confianza, el crecimiento y la estabilidad de los mercados globales. Además, la interacción entre tensiones geopolíticas y políticas económicas, como los aranceles y las decisiones de los bancos centrales, refuerza la complejidad del escenario actual.
Industria exportadora de fruta
La guerra, ya sea comercial o un conflicto armado, puede tener efectos significativos en el comercio de exportación de frutas, especialmente para países que dependen fuertemente de la exportación de estos productos. Las principales consecuencias incluyen interrupciones en las cadenas de suministro, aumento de los costos de transporte, fluctuaciones en los precios y cambios en las preferencias de los consumidores.
Además, las guerras pueden llevar al cierre de puertos, aeropuertos y rutas terrestres, un aumento en los fletes marítimos y seguros de transporte, encareciendo el costo final de las frutas exportadas. Dificultando o incluso impidiendo la exportación de frutas a ciertos mercados.
Esta incertidumbre económica y los cambios en la oferta y demanda pueden causar fluctuaciones en los precios de las frutas, afectando la rentabilidad de los productores y exportadores. En tiempos de conflicto, los consumidores pueden optar por productos locales o de menor precio, o reducir su consumo de frutas importadas, lo que puede impactar negativamente las exportaciones.
¿Qué hacer entonces?
La industria del arándano, uno de los berries más demandados en los mercados internacionales – por tanto, más viajero – ya ha experimentado una serie de desafíos y transformaciones en el contexto de la guerra global y la tensión en la escena internacional de los últimos años.
Países del hemisferio sur como Perú o Chile, además de México o Marruecos, principales exportadores de arándanos han enfrentado y enfrentan un escenario complejo que afecta desde la producción hasta la distribución y comercialización en los principales mercados del mundo, incluyendo China, uno de los actores clave en la demanda global.
Sin embargo, hay determinadas acciones que la industria debe asegurar para protegerse, como:
- Buscar nuevos mercados para reducir la dependencia de un solo destino de exportación.
- Establecer acuerdos comerciales y arancelarios con los países importadores para mitigar el impacto de las restricciones comerciales.
- Reducir costos de producción y mejorar la calidad de las frutas para mantener la competitividad en el mercado global.
- Solicitar de los gobiernos y de la Banca medidas de apoyo a los productores y exportadores para enfrentar los desafíos derivados de la guerra.
La comunidad internacional y los mercados deben mantenerse vigilantes ante una posible escalada, que podría tener efectos duraderos en la estabilidad económica global. La gestión prudente y la monitorización constante de estos riesgos serán esenciales para afrontar los desafíos que aún están por venir.
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