Nueva técnica para terminar con los desperdicios de alimentos

Investigadores de la Universidad de Cornell en Nueva York, han desarrollado una nueva tecnología para convertir los desperdicios de alimentos en combustible en un tiempo récord.

Con un tercio de los alimentos del mundo, aproximadamente 1.300 millones de toneladas, perdidos o desperdiciados, encontrar soluciones para evitar la disposición de los residuos en vertederos es tan importante como detener el desperdicio de los alimentos en origen. Dos nuevas tecnologías podrían ser la clave para un futuro sin desperdicios de alimentos.

“Los desperdicios de alimentos deberían tener un alto valor. Los estamos tratando como un recurso y haciendo productos comercializables a partir de ellos”, dijo Roy Posmanik, investigador de la Universidad de Cornell. Posmanik agregó que los desperdicios de alimentos siguen conteniendo una gran cantidad de carbono.

Mientras las tecnologías tradicionales para convertir alimentos en combustibles generalmente funcionan en base a digestión anaeróbica, proceso que descompone lentamente la materia orgánica y captura el metano resultante para usarlo como combustible, la Universidad de Cornell está empleando la licuefacción hidrotérmica que convierte rápidamente los desperdicios alimentarios en biocombustible. El proceso es similar al de una olla a presión.

Después del proceso de refinación del biocombustible, queda un líquido acuoso que puede ser sometido a digestión anaeróbica para convertir los residuos en metano y generar electricidad o energía.

“Si solo se usa digestión anaeróbica, habría que esperar semanas para convertir la comida en energía”, dijo Posmanik. Además, señaló: “El producto acuoso del procesamiento hidrotérmico es mucho mejor para los organismos en la digestión anaerobia, que el uso directo de la biomasa cruda. Combinar el procesamiento hidrotérmico y la digestión anaeróbica es más eficiente y más rápido. Estamos hablando de minutos en licuefacción hidrotérmica y unos días en un digestor anaeróbico”.

Comentario

La pérdida y desperdicio de alimentos es un problema que cada vez toma más relevancia a nivel global por su impacto en términos ambientales, sociales y económicos. En Chile, recientemente se constituyó el Comité Nacional para la Prevención y Reducción de Pérdidas y Desperdicios de Alimentos al alero de la FAO y con participación de organismos públicos y privados, tales como la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa), el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), la Agencia Chilena para la Inocuidad Alimentaria (Achipia), la Universidad de Santiago (Usach), y la Red de Alimentos y Cadenas de Valor más Sustentables (CAV + S).

La constitución de este comité se enmarca en la Estrategia Regional de Reducción de Pérdidas y Desperdicios de Alimentos liderada por la FAO, que da cuenta, entre otros temas, de la necesidad del establecimiento de alianzas público – privadas para abordar esta problemática.

Si bien las recomendaciones para abordar esta situación priorizan las acciones vinculadas a la prevención de las pérdidas y desperdicios, iniciativas como la conversión de los residuos en biocombustibles son sin duda un aporte y dan luces de la relevancia de la investigación, desarrollo e innovación para enfrentar el desafío de prevenir y reducirlos.

Los datos recopilados en el segundo Boletín de Pérdidas y Desperdicios de Alimentos de la FAO (2015), estiman que, en Chile, en el caso del pan, se desperdician 63,3 kg al año por familia, lo que corresponde al 16,7% del consumo promedio de la población nacional.

Fuente
Agrimundo

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